Ya sabemos que los hackers no son los malos de la película, pero en pleno auge de las tecnologías relacionadas con la inteligencia artificial y de las biotecnologías, muchos se preguntan si llegará un momento en que realmente se nos pueda hacker la mente e, incluso, llegar a tener un control de ella.
Tipos de hacking con fines éticos
El concepto de hacking ha ido variando y ahora se habla también de ramas como Biohacking, Conscience Hacking, Flow Hacking y Life Hacking. Todas ellas tienen en común una filosofía ética y el compromiso de usar estas técnicas para encontrar las formas más eficaces para optimizar la experiencia humana.
Así, el biohacking se concentra en el cuerpo mientras que Conscience Hacking explora la experiencia interna. Neurohacking está a medio camino, centrándose en la interfaz mente-cerebro o la intersección de la neurología y la conciencia. En concreto, neurohacking implica la aplicación de la ciencia y la tecnología para influir en el cerebro y el cuerpo con el fin de optimizar la experiencia subjetiva.
Los resultados del neurohacking afectan a áreas como la productividad, la creatividad, el sueño, la ansiedad, la empatía o cualquier otra cosa que contribuya al bienestar psicológico y a la salud emocional de seres humanos.
Asúmelo: eres vulnerable
Al igual que los ordenadores, los cerebros humanos pueden ser vulnerables a los hackers. La tecnología ya está permitiendo a los científicos leer los pensamientos de las personas e incluso plantar otras ideas nuevas en el cerebro.
La tecnología puede dar a los científicos un acceso aún más directo al cerebro humano. El inventor y neurotecnólogo Philip Low está desarrollando un monitor cerebral portátil llamado iBrain, un dispositivo que puede detectar la actividad eléctrica del cerebro desde la superficie del cuero cabelludo y leer tus pensamientos.
En principio, este dispositivo está pensado para que personas con enfermedades como esclerosis lateral amiotrófica u otras formas de parálisis (que todavía tienen actividad cerebral sana) puedan usarlo para, a través de sus pensamientos, controlar una mano virtual en una pantalla de ordenador.
Puedo leer tu mente y más
Sin embargo, en un programa de la cadena estadounidense CBS News, el equipo se utiliza para profundizar en maneras más sofisticadas de lectura mental.
Así, algunos neurocientíficos ya están traduciendo el lenguaje del cerebro al inglés normal y el neurocientífico Jack Gallant, de la Universidad de California en Berkeley, está compilando un «diccionario cerebral» para traducir pensamientos en imágenes y palabras.
Para este trabajo, Gallant y sus colegas mostraron a las personas diferentes imágenes mientras medían su actividad cerebral a través de resonancia magnética funcional (fMRI). De la actividad cerebral, el equipo de Gallant puede reconstruir las imágenes aproximadas que la gente vio. Los científicos también están desarrollando un diccionario de conceptos que les permite adivinar lo que la gente está pensando acerca de las imágenes que están viendo.
Los neurocientíficos están encontrando maneras de leer la mente de la gente con máquinas, y aunque esto ha estado en las obras durante décadas, los investigadores de la Universidad de California, Berkeley y otros lugares están logrando progresos reales. Traducir la actividad eléctrica del cerebro mediante la descodificación de las ondas cerebrales es una forma de ayudar a los enfermos de demencia, por ejemplo, que tienen complicaciones con neurotransmisores que transmiten pensamientos a un lenguaje comprensible o que sostienen pensamientos el tiempo suficiente para sacarlos verbalmente antes de que se olviden.
Aprovecharse de tus debilidades
Pero, ¿qué pasaría si otras personas pudieran penetrar en el cerebro de una persona y plantear pensamientos allí? Si los programadores informáticos entran en sistemas seguros usando «grietas», ¿se podría hacer lo mismo con los humanos?
Las implicaciones para el neurohacking en los pensamientos de la gente también se han estudiado en relación con el neuromarketing, que se dirige a los cerebros de las personas mediante la manipulación de sus deseos a través del marketing y la publicidad.
El temor es que nuestros pensamientos y acciones puedan ser secuestrados incluso por los propios medios de comunicación. Ellos serían los responsables de que intentáramos conseguir algo que nuestro cerebro cree, quizá equivocadamente, que es bueno. Es decir, crearnos una necesidad que, en realidad, no tenemos.
En los seres humanos, el sentido del olfato podría ser una grieta para el cerebro. Ilana Hairston, psicóloga del Colegio Académico de Tel-Aviv Yaffo en Israel, utiliza el olfato para «implantar» información en el cerebro de las personas mientras duermen.
Esta experta aprovecha cuando la gente duerme para «entrenarla» a asociar ciertos olores agradables o asquerosos con sonidos particulares. La idea suena a ciencia ficción, pero se basa en un camino del cerebro que permite que los sentidos como el olfato entren al cerebro sin conciencia.
Una cosa es hackear y otra controlar
Algunos consideran que la respuesta a la pregunta del título de este artículo es evidente: sí, se puede hackear el cerebro.
Por tanto, los hackers pronto podrían ser capaces de extraer datos sensibles de un cerebro humano y, yendo un poco más allá, quizá desarrollar malware capaz de comprometer nuestro cerebro capturando los impulsos eléctricos generados por nuestros cerebros.
La pesadilla principal está relacionada con la modificación mental, la posibilidad de alterar el estado del cerebro humano in situ, transformando la percepción humana de la realidad.
Pero el hackeo cerebral también podría enfocarse para trabajar y «manipular» el cerebro en estados extremo, como la ira o el miedo. El problema, por tanto, no es si técnicamente es posible o no, sino el uso que se le quiera dar a todas estas posibilidades.