Ponemos estrellas al restaurante de moda. Nos fiamos de las puntuaciones de los hoteles. Hasta consultamos las opiniones de los usuarios antes de comprar una tienda del barrio. ¿Por qué no evaluar y puntuar los centros de investigación y los laboratorios? Ante la perspectiva de hacer una carrera investigadora, los estudiantes tienen dudas a cerca de dónde pasar los primeros años de su vida profesional. Para resolverlas, un grupo de cuatro doctorandos españoles ha lanzado LabVisor.
Aunque todavía no quieren desvelar sus identidades, los creadores de LabVisor se enfrentan al éxito repentino de su plataforma. En solo dos meses, más de 140.000 personas la han visitado y más de 20.000 se han registrado en ella. El objetivo a corto plazo es seguir creciendo para visibilizar la situación real de los becarios investigadores (ya sean de grado, máster, doctorado o posdoctorado). Y hacer que cambie.
– ¿Cómo surge la idea de LabVisor?
Empezamos siendo dos y luego se añadieron otros dos compañeros. Estamos todos en los últimos años de las tesis y solíamos hablar de que ojalá existiese una plataforma parecida a TripAdvisor donde tanto los trabajadores como los técnicos y los estudiantes pudieran dar su opinión sobre los grupos de investigación en los que están. Así, otras personas podrían no tanto ser advertidas sobre las cosas malas, sino también conocer los mejores grupos y dónde te tratan bien.
Un día dijimos, como no existe, podíamos hacerla nosotros. Y nos pusimos a ello.
– ¿Qué tipo de centros o laboratorios evaluáis?
La plataforma sirve para evaluar cualquier nivel de investigación. Para evaluar incluso las estancias que haya tenido un estudiante de máster o de grado. El investigador tiene que haber estado un mínimo de seis meses para poder evaluar bien el centro. A lo mejor en un futuro lo extenderemos a evaluar universidades o carreras. Pero eso queda en todo caso para cuando tengamos más recursos.
– ¿Cómo lleváis a cabo esta evaluación?
Ahora mismo, lo que hacemos es que la persona interesada se registra en la plataforma y añade la información a través de unas preguntas tipo que hemos hecho nosotros y un comentario personal. Nosotros contactamos con esa persona a título personal y de forma confidencial para confirmar sus datos. El objetivo es contrastar la información y comprobar que realmente ha formado parte del grupo de investigación que evalúa. Una vez que lo tenemos confirmado, publicamos la opinión.
– Al incluir opiniones de gente que realmente da el paso para publicar un comentario, ¿no teméis que las valoraciones puedan ser demasiado sesgadas o personales?
En un principio sí que lo pensamos. Al principio teníamos muchas menos valoraciones de las que esperábamos porque parecía que la gente tenía un poco de miedo a contar sus experiencias. Sobre todo, las malas. En el mundo de la investigación hace falta contar con una buena recomendación de los supervisores. Así que al principio solo nos llegaban evaluaciones positivas.
Más adelante, al empezar a confiar en la confidencialidad y en el anonimato de la plataforma, la gente se fue animando a publicar opiniones negativas. Entonces tuvimos miedo a que pasase lo contrario y todas las opiniones pasasen a ser negativas. Pero ahora parece haberse equilibrado y hay opiniones de todo tipo, aunque más positivas que negativas.
– ¿Las opiniones sufren algún tipo de revisión?
Las revisamos antes porque la gente puede estar frustrada o estar escribiendo motivada por un enfado momentáneo y puede incluir modos de escribir muy personales o ataques directos y descalificaciones. Todo esto lo eliminamos. Solo dejamos la información de utilidad profesional.
Lo importante es lograr valorar los centros en función a tres características. La calidad formativa: el número de publicaciones, los proyectos que maneja, su acceso a buenas metodologías y maquinaria; la calidad humana del grupo, en la que evaluamos la relación personal con los directores o jefes de grupo; y la integración en el equipo, valorando si recibes refuerzos positivos, si entras en los artículos, si hay buen ambiente…
– Al final de todas estas preguntas generáis una puntuación. ¿Cómo lo hacéis?
Se hace una media y ponderamos las respuestas en función de la categoría y el tipo de cuestión. El comentario personal va aparte. Es totalmente opcional. La persona que tenga más miedo por si la reconocen puede saltarse este paso. Las puntuaciones se generan de forma automática, a través de un algoritmo que desarrollamos nosotros mismos. Cada cierto tiempo hacemos una reunión para revisar las puntuaciones y ver que no hay fallos.
– ¿Cómo os financiáis hasta este momento y cómo planeáis hacerlo en el futuro?
Hasta ahora nos hemos financiado solos, recortando gastos al máximo y pagando nosotros mismos por las cosas. Pero estamos en contacto con un programa para pequeñas startups de nuestra universidad que nos ha venido aconsejando. Esta semana vamos a empezar con una campaña de crowdfunding. La idea es empezar tirando por lo bajo, para conseguir unos 12.000 euros. Con ellos queremos mejorar los servidores y la web y contar con un programador externo que nos ayude.
Con el corazón en la mano, aunque lo hayamos hecho nosotros, la plataforma es lenta. La prioridad es mejorar el servicio y, en función de lo que consigamos, darle un poco de publicidad.
“El objetivo de LabVisor no es ser una webcrítica, un sitio para que los becarios se venguen. Sino que busca visibilizar las prácticas mejorables y que los laboratorios o los grupos puedan cambiar”
– Los números, en solo dos meses de funcionamiento, invitan al optimismo.
En el último chequeo teníamos 141.000 visitas y unos 20.000 usuarios activos. Todavía hay mucha gente que entra en la web y no se registra. Puede ser por gente que tiene reparo a dejar su opinión o por usuarios que solo buscan consultar información. Además, contamos con casi 700 laboratorios y unos 300 centros en nuestra base de datos. No solo contamos con sitios de España, sino también de Estados Unidos y América Latina y, sobre todo, del resto de Europa.
– He visto que, en vuestro corto tiempo de vida, habéis recibido ya bastantes presiones. ¿En qué sentido?
Desde el principio nos imaginábamos que esta idea no iba a sentar bien a ciertas personas. Sobre todo, a jefes de grupo que vieran una mala opinión. En estos dos meses hemos recibido una decena de opiniones negativas de jefes por redes sociales. En un caso concreto, un grupo nos escribió solicitando que retirásemos la información, amenazando con emprender otro tipo de acciones. Nosotros le dijimos que nosotros podíamos impedir que hubiese descalificaciones o comentarios personales. Pero la crítica profesional se va a quedar ahí.
El objetivo de LabVisor no es ser una web crítica, un sitio para que los becarios se venguen. Sino que busca visibilizar las prácticas mejorables y que los laboratorios o los grupos puedan cambiar.
– ¿Cuáles son los retos de una persona que quiera hacer carrera como investigador?
Ya sea en ciencias o en humanidades, el primer reto es sobrevivir. Es un área con mucha presión. Investigar exige mucha dedicación, lo que plantea grandes dificultades para conciliar la vida profesional y la personal. Ya más concretamente en ciencia, otro reto es lidiar con la frustración de que te salgan o no los experimentos. Puedes tirarte meses con un proyecto sin que salgan las cosas.
En este aspecto, creemos que nuestra web puede aportar. A la hora de sobrellevar esta carga de trabajo y estas dificultades, ayuda mucho contar con un refuerzo positivo y con una valoración de tu trabajo. No es tanto el salario, que es bajo. El sueldo daría más igual si el grupo valorase más tu trabajo y no te viera solo como el típico becario. Si vemos los números, los becarios predoctorales somos el motor de la ciencia en España. Y no nos sentimos valorados por ello.
– ¿Cómo aspira LabVisor a cambiar esta situación?
Lo primero es llegar a mucha gente y, sobre todo, a jefes de grupo. Que se visibilice que hay muchos investigadores que no están a gusto con la situación. Nosotros no estamos en contra de los jefes. Sabemos que hacen lo máximo que pueden con los recursos que tienen o eso queremos creer. Lo que pasa es que al final la presión suele recaer en los que están más abajo en la pirámide, es decir, los estudiantes de máster o de doctorado.
Hay un porcentaje de la población que piensa que la ciencia o la investigación están mal. Pero también piensan que trabajamos en lo que queremos y que por eso estamos a gusto. Hay muchas más cosas que entran en juego que tener un trabajo para el que has estudiado. Esperamos que con LabVisor se visibilice.
“Es una realidad que pasas meses sin cobrar o sin contrato. Lo más grave es que esta situación se llega a normalizar. Piensas que tienes que hacerlo así porque te están dando la oportunidad de hacer algo que adoras”
– Imagino que habréis escuchado muchas cosas que uno no se imagina cuando piensa en un investigador.
Algo bastante común es el hecho de que, cuando entras en investigación, cuando terminas la carrera, quieres meter la cabeza en un laboratorio o en un grupo. Sea como sea. Aceptas cualquier tipo de cláusula. Es una realidad que pasas meses sin cobrar o sin contrato. Lo más grave es que esta situación se llega a normalizar. Piensas que tienes que hacerlo así porque te están dando la oportunidad de hacer algo que adoras. Hay casos de gente que hace más de la mitad de su tesis sin cobrar.
– Y dando las gracias por la oportunidad.
Exacto. Es sobre todo esa actitud. Además de estar en el laboratorio 10 o 12 horas todos los días e incluso fines de semana, no puedes quejarte y tienes que dar las gracias por poder estar en ese puesto.
– Comentabas antes que estáis recibiendo comentarios y evaluaciones de otros países. ¿En qué espejo debería mirarse la investigación española?
Hay lugares como Alemania donde parece que lo hacen bastante bien. Por la mayoría de evaluaciones que nos llegan de allí da la sensación de que cuidan más a la figura del becario. En otros, sin embargo, es peor que aquí. Tenemos esa idea preconcebida de que en cualquier país se va a hacer mejor, pero no es así.
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Imágenes | Unsplash/Ousa Chea, Louis Reed