Cuando hablamos de gases de efecto invernadero, enseguida nos viene a la cabeza el dióxido de carbono (CO2), pero hay otros contaminantes importantes. Por ejemplo, el metano (CH4), que tiene un poder de calentamiento mucho mayor que el dióxido de carbono por molécula y sus concentraciones están alcanzando niveles nunca vistos en los últimos tiempos, según datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Así, se calcula que es el responsable de aproximadamente el 30 % de la subida de temperaturas ocurrida desde la época preindustrial.
La buena noticia es que, a diferencia del CO2, que permanece en la atmósfera durante cientos de años, el metano comienza a descomponerse rápidamente y la mayor parte desaparece al cabo de una década. Esto significa que disminuir sus emisiones ahora puede reducir rápidamente la tasa de calentamiento a corto plazo.
Precisamente a los esfuerzos por mantener la temperatura del planeta dentro de unos límites de seguridad está contribuyendo el novedoso sistema desarrollado por un grupo de científicos de la Universidad Politècnica de València (UPV). Y es que, a través de imágenes de satélite, localiza escapes de metano, un gas incoloro e inodoro, ligados a la producción de combustibles fósiles. A la cabeza del grupo de Teledetección Terrestre y Atmosférica (LARS, por sus siglas en inglés) de la UPV está Luis Guanter, catedrático de Física Aplicada en esta universidad y científico sénior de la organización en defensa del medioambiente Environmental Defense Fund Europe (EDF).
Creado en 2020, las investigaciones de este equipo están teniendo una gran repercusión internacional porque, aunque desde hace años se viene trabajando en la cuantificación de emisiones de metano a nivel regional desde satélites, hasta ahora no se habían conseguido identificar fugas individuales, en especial en plataformas marinas. Debido a ello, grandes escapes vinculados a la extracción de petróleo y gas han pasado y siguen pasando desapercibidos, quedando impunes.
El blog de Lenovo (EBL): No todo es CO2.
La producción de petróleo y gas natural es una fuente importante de un potente gas de efecto invernadero como es el metano. Cuando no se puede almacenar se quema, muchas veces de forma deficiente, o directamente se suelta a la atmósfera. Esto es lo que detectamos desde satélite.
EBL: Se trata entonces de escapes tanto accidentales como intencionados.
Sí. Cuando en las plataformas de extracción de crudo y gas natural hay un exceso de combustible y no se tiene donde almacenarlo, el sobrante se quema de forma rutinaria por motivos de seguridad, convirtiendo el metano en dióxido de carbono que, aunque más abundante, es menos perjudicial. Frecuentemente esta combustión es ineficiente y una parte importante del metano sigue emitiéndose a la atmósfera.
Otras veces las tuberías o los tanques de almacenamiento funcionan mal, están dañados y el gas sale a la atmósfera. Sin contar con que en otras ocasiones se suelta de forma deliberada para librarse de este subproducto de la producción de combustibles fósiles. Sea como fuere, el daño medioambiental es enorme.
EBL: ¿Qué imágenes de satélite empleáis?
Básicamente las procedentes de satélites que no fueron construidos o puestos en órbita para esto. Entre ellos destacan los de la Unión Europea, dentro del programa Copérnico de observación de la Tierra, y también los Landsat, de Estados Unidos.
En líneas generales, usamos datos libres a disposición de todo el mundo. Son datos en crudo, por así decirlo, y lo que nosotros hacemos es procesar toda esa información y, a partir de ahí, interpretar los resultados.
EBL: ¿Cómo conseguís detectar las fugas de metano en las plataformas marinas?
Los sensores en el satélite miden la radiación solar transmitida por la atmósfera después de ser reflejada por la superficie. Sin embargo, como el océano absorbe gran parte de la radiación solar, es muy poca la información sobre las fugas de metano que llega a los sensores de los satélites, que difícilmente pueden detectar esta contaminación.
Nosotros hemos solucionado este problema utilizando imágenes satelitales donde se viera el reflejo directo del sol sobre el océano para tener la radiación suficiente para que el sensor pudiera captar las emisiones de este gas. Y lo hemos hecho buscando una determinada configuración, la posición correcta de los ángulos entre el satélite y el sol para tener una mayor señal en el sensor y, por tanto, una mayor capacidad para detectar el metano.
EBL: Gracias a esta novedosa técnica el grupo LARS descubrió una megafuga el año pasado en el Golfo de México.
En diciembre de 2021 detectamos un escape masivo de metano en una de las plataformas marinas de la empresa estatal Petróleos Mexicanos (Pemex), cerca de las costas de Campeche, en el Golfo de México. Durante 17 días se liberaron unas 40 000 toneladas de metano, lo que equivale al 3 % de las emisiones anuales de petróleo y gas de México. El hallazgo fue publicado en mayo en la revista ‘Environmental Science and Technology’.
Los datos de los satélites son de gran utilidad para cuidar el medioambiente, pues detectada la incidencia, se puede actuar rápidamente para solventar el problema.
EBL: ¿De qué manera se controla a la industria de los combustibles fósiles para evitar estos escapes? ¿Hay mecanismos eficientes?
Sí que los hay, desde luego. Existen numerosos métodos de control a nivel de instalación, lo que ocurre es que hay zonas del mundo más tecnificadas, avanzadas y donde todo está más mirado, y otras en las que, desgraciadamente, estos mecanismos de control son escasos o prácticamente inexistentes.
EBL: ¿Qué implicaciones tiene este avance?
Creemos que los resultados de nuestros estudios son muy prometedores porque abren la puerta a la creación de un sistema de verificación independiente de las plataformas marinas. De hecho, el Observatorio Internacional de Emisiones de Metano (IMEO) de la ONU, creado en 2021 en el marco de la cumbre del clima de Glasgow, se está dedicando precisamente a esto, a monitorizar los niveles de este gas en la atmósfera, y nosotros estamos colaborando con ellos. El objetivo es reducir un 30 % las emisiones de CH4 en 2030. Además, en la cumbre del clima de Egipto se ha presentado el programa MARS del IMEO para la monitorización de fugas de metano desde satélite.
EBL: Los escapes de metano se pueden detectar desde tierra con cámaras térmicas o desde aviones. ¿Cuál es la ventaja de los satélites?
Los sistemas de detección más precisos son los que se basan en las imágenes tomadas desde aviones, de altísima resolución. Lo que pasa es que la detección por satélite, tanto de fugas en instalaciones terrestres como marinas, permite acceder a zonas remotas a las que no se puede llegar con otros métodos. Además, es un proceso objetivo, totalmente transparente, pues no depende de una empresa que reporte las emisiones de una determinada plataforma; tampoco está supeditado a campañas puntuales. En tercer lugar, supone un gran ahorro de costes.
EBL: ¿Eres optimista respecto a la reducción de las emisiones de metano?
Nuestra investigación se centra en atacar las emisiones antropogénicas (las que generamos los humanos con nuestra actividad) en la producción de combustibles fósiles. Hay un espectro mucho más amplio de emisiones de metano que está elevando la contaminación del planeta.
Además del sector energético, el sector agrícola es otro gran emisor, en particular por la ganadería y el cultivo de ciertos alimentos, como el arroz. Los desechos son la tercera fuente más común de metano antropogénico, ya que las bacterias descomponen la materia orgánica en los vertederos produciendo metano.
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Imagen | Zachary Theodore (Unsplash)