Los datos son míos, así que quiero mi dinero

Cada paso que das genera una gran cantidad de información. Buena parte de estos datos son recolectados, almacenados, tratados y analizados por empresas. Tras la aprobación de las leyes de protección de datos europeas, tanto corporaciones como ciudadanos somos más conscientes del potencial de toda esta información, que debe ser tratada con respeto, especialmente a nuestra privacidad.

Pero ¿qué pasa si permitimos que la información sea más accesible y podamos comerciar con ella? ¿Podríamos incentivar la creación de nuevos puntos de generación y compraventa de datos? ¿Hacer que cada uno de nosotros pueda sacar rédito de sus datos individuales?

Algo así es lo que propone Streamr: una economía de datos en la que los humanos, la inteligencia artificial y otras máquinas inteligentes intercambien y compartan datos en tiempo real a través de un protocolo común. Streamr, que vio la luz en octubre de 2017 y está siendo desarrollado en cuatro continentes. Es un proyecto de código abierto dirigido principalmente a desarrolladores.

Estos son mis datos, ¿cuánto me pagas por ellos?

Streamr propone que cada uno de nosotros seamos los verdaderos dueños de toda esta información y que, por tanto, podamos monetizarla. Cuando estos datos viajaran hacia las empresas, lo harían a través de redes descentralizadas de código abierto.

Streamr también asegura que cada individuo decidirá no solo qué datos vende, sino qué uniones de datos tienen permitido vender su información.

¿Cómo se paga a los usuarios? A través de un token estándar ERC-20 utilizado en la plataforma Streamr. Cabe señalar que ERC-20 es uno de los tokens más utilizados en el mundo de las criptomonedas y que está basado en Ethereum. Por tanto, los tokens de Ethereum no tienen por qué ser monedas, pueden ser también datos.

¿Cómo funciona Streamr?

Para funcionar, Streamr se basa en cuatro pilares. Uno de ellos es un sistema de mensajería escalable en tiempo real, que permite que aplicaciones y dispositivos como sensores IoT o automóviles conectados publiquen e intercambien sus datos.

La segunda pata es Data Union, un marco que permite a los desarrolladores de aplicaciones, comercializadores y científicos de datos añadir y monetizaren tiempo real los datos que crean los usuarios de su aplicación mientras comparten ingresos con ellos. El marco puede integrarse en cualquier aplicación actual, desbloqueando el acceso a flujos de datos en tiempo real en muchos verticales, como transmisión de música, movilidad o servicios financieros.

Data Unions es un marco que permite a las personas agrupar y vender sus datos en tiempo real y obtener ingresos por ello. Los responsables del proyecto reconocen que de forma aislada puede que los datos no valgan mucho, pero la unión hace la fuerza. Así, cuando todos se unifican en esta bolsa, sí puede ser un producto más atractivo para ser comprado.

¿Cómo se establece el precio de los datos y otro tipo de condiciones? En este caso, el administrador de cada Data Union es el que debe determinar las condiciones y términos. Es decir, ha de decidir el precio, porcentaje, escala, gestión de miembros y comercialización de los productos de datos a los compradores.

La tercera pata de este entramado es el Marketplace, una plataforma creada para que cualquiera pueda comprar y vender datos en tiempo real. Esta es la primera aplicación que se crea en la red Streamr, en la que terceros ofrecen una gama de productos a la venta, desde alimentación de criptomonedas hasta datos de contaminación.

Por último, Core reúne todas las herramientas básicas necesarias para integrar, procesar y visualizar datos en tiempo real.

Primeras aplicaciones reales

Ya hay algunos producto o servicios basados en estos Data Unions. Por ejemplo, Swash, una app que brinda a los usuarios la posibilidad de intercambiar los datos de su navegador. Disponible como una extensión para los navegadores Firefox, Chrome, Microsoft Edge y Brave, permite a los usuarios capturar, anonimizar y vender sus datos mientras navegan por la web.

Pero, como decíamos, no todas los usos y aplicaciones se dan en el mundo digital. Así, por ejemplo, en colaboración con WWF-Filipinas y Union Bank se desarrolló Tracey, una herramienta que captura datos de productos pesqueros a medida que transita por toda la cadena de suministro. La aplicación incentiva a los pescadores a vender sus datos de captura a cambio de fichas. Estos datos se envían al Streamr Marketplace para su venta y monetización indirecta, por lo que las instituciones pueden acceder a los datos de forma gratuita al aceptar ofrecer servicios como microfinanzas.

Este modelo es, según sus responsables, aplicable a todo tipo de negocio, tanto digitales puros como no. Por ejemplo, cree que una compañía de producción de películas podría encargar una aplicación que permita a los usuarios capturar y vender sus datos de transmisión de películas y TV junto con su información demográfica.

Los usuarios verán recompensada la venta de sus datos y, a cambio, la productora podría tener (y en tiempo real) información sobre los espectadores y sacar sus propias conclusiones sobre el tipo de programas más vistos por regiones, franjas de edades u horas.

Otro uso de Streamr se podría dar en los vehículos autónomos, quienes podrían recibir toda la información que necesitan para funcionar en tiempo real. Los datos se intercambiarían por DATACoins, la moneda principal utilizada en la red Streamr. Cada vehículo vendería sus propios datos y compraría los de los demás. Con ellos, podría mejorar su eficiencia y funcionamiento.

La mirada está puesta en las cosas

Pese a todo lo que hemos contado, lo cierto es que este proyecto tiene su mirada puesta en el Internet de las Cosas (IoT), que va a ser uno de los grandes generadores de datos en el futuro. Es decir, el interés de los datos no está tanto los que generamos como individuos, sino los que ofrezcan todos los dispositivos conectados (muchos de los cuales serán personales, pero muchos otros industriales).

No es la única propuesta de código abierto que hay. IOTA es otra de ellas aunque Streamr pone más foco en que la disponibilidad de estos datos sea en tiempo real. Otra reside en que Streamr ha decidido basarse en Ethereum en lugar de desarrollar su propia red. Pero esto también hace que su desarrollo esté ligado a la cadena de bloques Ethereum y que, como consecuencia, dependa mucho de ella.

En cualquier caso, todos estos movimientos ponen de relieve algo que ya dejó caer en 2018 la Comisaria de la Competencia de la Unión Europea: tiene todo el sentido que las empresas paguen a los usuarios por sus datos. Y estas son nuevas formas hacerlo respetando la privacidad y haciéndolo de manera descentralizada.

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