La desaparición de los animales de la faz de la Tierra puede tener varias causas: fenómenos naturales (calentamiento o enfriamiento climático), cambios en los niveles del mar, la llegada de un asteroide (culpable de la desaparición de los dinosaurios)…
Pero es cierto que ahora mismo las principales causas de extinción se deben a las actividades de los seres humanos: la destrucción del hábitat (debido a la conversión de tierras agrícolas, la deforestación o la urbanización), aumento de la población humana, la contaminación, el calentamiento global, el exceso de caza / pesca, la caza furtiva o la introducción de especies exóticas en un entorno extraño…
¿Cuántas especies están en peligro?
Se trata de la pregunta del millón que no tiene fácil respuesta, sobre todo porque todavía se siguen descubriendo (y con cierta frecuencia) nuevos seres (hace apenas 5 años, por ejemplo, se certificó la existencia de 20 nuevas especies marinas en Canarias).
Sin embargo, podríamos pensar que desaparecen más especies de las que se descubren. Tal y como explica WWF, calculando que hay 100.000.000 especies diferentes en la Tierra y que la tasa de extinción es simplemente de un 0,01% al año, podemos determinar que cada año se extinguen 10.000 especies.
Ponga un GPS en cada especie
Como decíamos al principio, la acción del hombre juega un papel fundamental en la desaparición de las especies. Pero también en sus esfuerzos de conservación. La tecnología, en muy diversas formas, está poniendo su granito de arena para intentar reducir estas cifras. Las opciones son tan variadas y diversas como nuestra mente nos alcance a imaginar.
Por ejemplo, existe iNaturalist, una aplicación móvil que pone en contacto a una comunidad mundial de personas que se encargan de dar a conocer avistamientos de animales y plantas que para ellos son desconocidos, con el fin de que la comunidad científica pueda verificar si realmente estamos ante el hallazago de una nueva especie.
Las aplicaciones móviles, los datos que proporcionan los satélites de geoposicionamiento y el crowdsourcing son algunas de las herramientas online más populares para luchar contra la desaparición de especies.
No se trata solo de movilizar a las personas, sino de poder aprender mucho más acerca de los animales y de dónde se encuentran estas especies descubiertas.
En opinión de Peter Crane, decano de la Escuela de Estudios Forestales y Ambientales de la Universidad de Yale, si «sabemos dónde están las especies, también conocemos dónde están las amenazas”, lo que permite un mejor manejo de la situación.
De hecho, se espera que las nuevas tecnologías como la teledetección y las bases de datos más completas permitan mejorar la eficacia de las inversiones de conservación y reforzar el seguimiento de los cambios que se observen en la biodiversidad a nivel de especies a través del tiempo.
Un wearable en el cuerno del rinoceronte
Operation Wild (Operación salvaje) es un documental en el que se puede ver el uso pionero de la medicina de alta tecnología para tratar de salvar la vida de los animales. En uno de estos episodios se muestra un sistema para proteger a los rinocerontes de los cazadores furtivos.
Los cazadores furtivos atacan a los rinocerontes por sus cuernos, que están hechos de queratina. Los cuernos se venden luego en el mercado negro por un precio que suele rondar los 10.000 dólares, por sus supuestos efectos medicinales.
Los veterinarios y científicos que participan en la operación contra la caza furtiva capturaron un rinoceronte e inyectaron en su cuerno un tinte rojo, un colorante que se utiliza también en los billetes de banco (y que solo es visible cuando se utiliza un escáner) pero que es venenoso para los humanos si se toma.
Además, en el Reino Unido han desarrollado lo que llaman “Real-time Anti-Poaching Intelligence Device” (RAPID)» contra la caza furtiva. Este sistema (elaborado por el grupo sin fines de lucro Protect, que se centra en la conservación y el bienestar de los animales) utiliza la tecnología GPS, monitores de ritmo cardíaco y una cámara montada en el cuerno del rinoceronte para evitar que los cazadores furtivos maten a los animales.
El sistema se activa cuando la frecuencia cardíaca del rinoceronte sube o baja de repente. Cuando esto sucede, se activa una alerta y los operadores de un centro de control pueden, de manera remota, activar la cámara situada en el cuerno de rinoceronte. Si los operadores consideran que el animal está siendo víctima de un ataque, pueden enviar a un equipo de rescate para proteger al rinoceronte.
El juego de la educación
Muchos de los problemas de conservación de las especies están, como hemos visto, relacionados con el comportamiento de los humanos. Por eso también algunos de los retos que se plantean aprovechando la tecnología tienen que ver con la gamificación y los hackathon.
En uno de ellos, llevado a cabo en Chicago, los estudiantes de ingeniería Filippo Pellolio, Marco y Andrea Cavallo Rottigni trabajaron durante más de 36 horas en un evento que promovía la lluvia de ideas para apoyar la conservación de la vida silvestre mediante la tecnología. Este Hackathón fue organizado por el Internet de los elefantes, una organización que apoya la colaboración entre las organizaciones sin fines de lucro y tecnólogos.
De hecho, el objetivo de esta organización es que, a través del juego, todas las personas de cualquier edad puedan interactuar mejor con la vida animal salvaje a través de la tecnología y los juegos, utilizando para ello información real de esta vida animal.
«Tenemos la intención de despertar la imaginación y la energía de la gente de la misma manera que la reciente muerte del león Cecil provocó una reacción en masa. Sin embargo, a través de nuestras soluciones, queremos que esta reacción dure para celebrar la vida de estos animales, y no sólo llorar su muerte», explican.
Para ello, Internet de los Elefantes se basa en tecnologías como, hardware GPS, datos, juegos y redes sociales. El objetivo es crear una conexión más fuerte entre las personas y los animales para influir en las actitudes y comportamiento de los consumidores, de manera que se obtenga un impacto positivo sobre las poblaciones silvestres en todo el mundo, al tiempo que se generan ingresos para el sector de la conservación animal.