Con la reciente noticia de que Zuckerberg donará el 99% de su fortuna progresivamente para invertir en innovación y mejorar la vida de los países en vías de desarrollo, se suma otro filántropo tecnológico más a una tendencia iniciada por Bill Gates en su Fundación Bill y Melinda Gates.
Muchos nuevos ricos son jóvenes y han obtenido sus recursos de la tecnología y, ya sea por razones altruistas o egoístas, por afán de notoriedad o verdadero altruismo, lo cierto es que un gran porcentaje de ellos está invirtiendo su fortuna en más tecnología, y no en un estilo de vida personal más lujoso (como ha sucedido tradicionalmente con las grandes fortunas de la historia).
Sin embargo, en el actual estado de las cosas ya ni siquiera es necesario ser multimillonario para cambiar el mundo a escala global, con ese grado de inocencia y utopismo que hasta hace poco nos parecía ridículo y solo se asomaba en los discursos de alguna aspirante a Miss Mundo. Las buenas ideas llaman a los filántropos millonarios que, a través de sus fundaciones, sus centros de aceleración tecnológica o producción de start-ups, ayudan a financiarlas.
Para demostrar hasta qué punto estos cambios son reales, vamos a explorar las visiones de cuatro personas que tienen planes palpables o que están a punto de hacerse realidad. Hasta el punto de que podemos pronosticar que, para el próximo cambio de década, ya habrán cambiado la vida de al menos mil millones de personas.
Emiliano Kargieman y los microsatélites
Conocido por sus amigos como EK y nacido en Buenos Aires, en el seno de una familia de clase media, Emiliano Kargieman creó su primera empresa tecnológica con solo quince años. Con solo diecinueve años fundó Core Security Technologies, orientada a la seguridad informática, llegando a tener clientes como Apple, Cisco o NASA. También lanzó una fundación llamada GarageLab, un laboratorio que resuelve problemas combinando la ciencia, la tecnología, el arte y la empresa.
En 2010, Kargieman ingresó en el programa de posgrado de la Singularity University, un centro de Google y NASA cuya filosofía principal estriba en llevar adelante proyectos que, como mínimo, cambien la vida de mil millones de personas.
En Singularity University, Kargieman empezó a desarrollar los basamentos de su próximo proyecto, Satellogic: una red de microosatélites con la que ofrecer imágenes en tiempo real de todos los rincones de la Tierra, con una resolución de las imágenes de apenas dos metros.
Por ejemplo, si alguien posee un terreno podrá alquilar la toma y procesamiento de imágenes para saber la incorporación de nitrógeno en las plantas, el estrés hídrico, el desarrollo de la biomasa, la humedad del suelo, el progreso de enfermedades, entre otros datos. A las compañías de petróleo y gas, que monitorean sus plataformas a través de helicópteros o aviones (algo muy costoso) les ofrece así hacerlo desde el espacio a una fracción del precio actual.
Tal y como habla de él el embajador de la Singularity University en España, Juan Martínez-Barea en su libro El mundo que viene:
Tras presentar su proyecto a la NASA, dejó boquiabiertos a los altos cargos de la agencia estadounidense por el atrevimiento, creatividad y talento de su propuesta. Por su trayectoria y por su último proyecto, los profesores de la Singularity University han concedido a Emiliano el premio a “la persona con más probabilidades de mejorar la vida de 1.000 millones de personas”.
Dean Kamen y el agua
Uno de los documentales más emocionantes que pueden verse actualmente en Netflix es Slingshot. En él descubriremos a Dean Kamen, el inventor del Segway y de un sistema de diálisis transportable, así como el brazo protésico Luke (en honor a Luke Skywalker).
La última obsesión de Kamen es hacer llegar agua potable a millones de personas. La forma en que probablemente lo conseguirá es ciertamente irónica, pero tenéis que esperar hasta el final del documental para descubrirlo.
Multimillonario, filántropo, físico autodidacta y empresario con más de cuatrocientas cuarenta patentes en su haber, Kamen está enfrascado actualmente en el Slingshot («honda», el alusión al arma que David usó para vencer a Goliat).
El objetivo de Slingshot es proporcionar agua potable a todo el mundo que la necesite, evitándose así los miles de muertos causados por las enfermedades transmitidas por el agua sin potabilizar. Hemos de pensar que el agua es un bien tan escaso que solo el 0,5 % de toda el agua de la Tierra es potable: el otro 97,5 % es demasiado salada, y el resto, un 2 %, está atrapada como hielo polar.
La versión actual de Slingshot, del tamaño de una nevera de hotel, es capaz de purificar mil litros de agua al día usando la misma cantidad de energía que necesita una secadora. Funciona así, según el propio Kamen:
Se mete un tubo de entrada en cualquier lugar húmedo (agua cargada de arsénico, agua salada, una letrina, los tanques de almacenamiento de una planta de reciclaje de residuos químicos; realmente, cualquier cosa húmeda) y lo que sale es agua inyectable farmacéutica cien por cien pura.
Craig Venter y la biotecnología
Muchos han tildado a Venter como el Steve Jobs de la biotecnología. Y es que, entre otras cosas, en el año 2000 obtuvo la secuencia completa del genoma humano, mucho antes y a un precio muy inferior al presupuestado por el Departamento de Energía de Estados Unidos y el Instituto Nacional de la Salud. En 2010, Venter anunció la creación de una forma de vida sintética que él mismo describió como «la primera especie autorreplicante que hemos tenido en el planeta y cuyo padre es un ordenador».
Su nuevo objetivo para cambiar el mundo es obtener combustible a bajo coste, vacunas de alto rendimiento y un tipo de agricultura cincuenta veces más eficiente que la actual.
Para lograrlo, Venter ha recorrido el mundo a bordo de su yate de investigación Sorcerer II en busca de algas. Tras pasarlas por un secuenciador de ADN, Venter ha creado una biblioteca de más de caurenta millones de genes distintos que podrá servir para concebir nuevas algas que permitan llevar a cabo toda clase de milagros.
Tal vez la visión de Venter sea un tanto utópica, pero hemos de tener en cuenta dos cosas antes de juzgarle severamente. La primera es que ya nos ha maravillado en más de una ocasión. La segunda, que, desde 1999, las solicitudes de patentes de material genético marino han crecido a razón de 12% anual, llegando en 2010 a 18.000 productos naturales registrados procedentes de organismos acuáticos de todo tipo.
Elon Musk y la energía solar
Tal y como sucede en la película Iron Man, Elon Musk usa un dispositivo Leap Motion para el diseño en tres dimensiones de dispositivos. Y es que Elon Musk es nuestro Tony Stark del mundo real. Su vida merecería libros enteros, pero descataremos algunos hitos.
Es responsable de Tesla Motors, con la que probablemente revolucionará la industria del automóvil al igual que los telares mecánicos revolucionaron la industria textil. En 2002, Musk también fundó SpaceX, que es la primera compañía espacial privada que ha puesto un cohete en órbita.
Musk también es el creador de PayPal, está concibiendo Hyperloop, y la batería Tesla está volviendo loco a medio mundo. Sin embargo, uno de los proyectos que más podría cambiar la vida de la gente es SolarCity, la revolución de la energía solar.
SolarCity es la empresa de energía solar que más está dando que hablar en el planeta. Recientemente anunció el panel solar más eficiente en el mundo.
Cada 88 minutos la Tierra recibe 470 exajulios de energía solar, la misma cantidad que consume la humanidad en un año. Captando exclusivamente el 1% de esta energía, obtendríamos seis veces la energía que hoy consume la economía mundial. Parece imposible imaginarse algo así si se tiene en cuenta la ineficiencia actual de las placas solares. Sin embargo, la curva de aprendizaje de la tecnología solar está a punto de dar unos cuantos saltos gigantescos (gracias a su crecimiento exponencial).
Ray Kurzweil, que dirige el departamento de energía de Google, sostiene que entraremos en la era solar hacia el 2028. Elon Musk puede que lo logre antes incluso de lo esperado.