La paradoja de la elección podría explicar por qué a veces nos estresa ir de compras.

¿Estrés con tanta compra? Estas teorías explican por qué

Enero llega cargado de emociones fuertes para los amantes de las compras. Los más despistados buscan los regalos de Reyes a última hora. Algunos intrépidos se apelotonan a las puertas de los comercios para llevarse las mejores gangas el primer día de rebajas. Y están, también, los que odian esta época del año pero no tienen más remedio que salir a buscar lo que necesitan a mitad de precio. Es muy probable que tanto unos como otros sufran algunos momentos de indecisión ante la cantidad de opciones. ¿Con cuál me quedo?

El piscólogo nortemericano Barry Schwartz sostiene que cuantas más opciones tenemos, más difícil y doloroso es tomar una decisión. Esto lleva, en ocasiones, a comprar varias cosas ante la incapacidad de decidirse. En otras, a no comprar nada y a posponer la decisión. Esto se debe a que analizamos todas nuestras opciones, por lo que al aumentar los casos lo hace también el nivel de estrés.

La paradoja de la elección

En su libro ‘La paradoja de la elección: por qué más es menos’, Barry Schwartz sostiene que reduciendo el número opciones se puede disminuir la ansiedad de los compradores. Señala que tener libertad y alternativas es fundamental para que seamos felices, ya que nos permite actuar según nuestros gustos y tomar nuestras propias decisiones. Sin embargo, hoy en día tenemos, a menudo, demasiadas opciones. Y elegir no es un proceso fácil.

Al tener dos posibles candidatos, analizamos pros y contras e imaginamos casos hipotéticos sobre cada uno de ellos. Si en lugar de tener dos se tienen decenas de opciones, intentamos analizar y comparar todas, por lo que el proceso mental se complica.

 

Una vez que hemos elegido lo que más satisface nuestras expectativas, entra en juego otro elemento que complica aún más el proceso: empezamos a pensar en todo lo que perdemos al descartar las demás opciones. Esto hace que, muchas veces, elegir entre cosas que no tienen gran trascendencia en nuestra vida diaria parezca una decisión muy importante. Debido, únicamente, a la cantidad de opciones que se manejan.

Procrastinar… para seguir pensando

En ocasiones, señala Schwartz, el proceso de compra pasa por un “estado de parálisis”. ¿Quién no se ha visto de repente abrumado ante un expositor con cientos de productos que solo se diferencian en pequeños detalles?

La paradoja de la elección explica por qué nos cuesta tanto tomar decisiones.

Para salir de este bucle, normalmente se dan dos casos: compramos uno (arriesgándonos a descubrir después que esta opción no era la mejor) o dudamos porque no tenemos información suficiente como para tomar una elección inteligente. En este caso, optamos por seguir dándole vueltas al dilema o a quedarnos con el dinero (ya que este representa la posibilidad de tomar esta decisión en el futuro, con más garantías).

Este problema no se limita únicamente a las compras. El psicólogo señala otras situaciones en las que elegir nos resulta doloroso. Por ejemplo, en la consulta del médico. Si el doctor ofrece dos opciones (como por ejemplo recibir un tratamiento u otro), la toma de la decisión se traslada al paciente. Muchos, en este caso, preferirían no tener la posibilidad de elegir por temor a equivocarse.

No más de 15, por favor

Investigadores del Instituto de Tecnología de California han llegado a la conclusión de que el número idóneo a la hora de elegir para la mayoría de las personas se encuentra entre 8 y 15. Con menos, las opciones son demasiado escasas mientras que con más el cerebro se somete a demasiada presión.

Los voluntarios que participaron en el estudio recibieron menús con imágenes de 6, 12 o 24 platos para elegir. Mientras se decidían y mediante una resonancia magnética, se analizaba la actividad de su cerebro. Las áreas del cerebro encargadas de valorar pros y contras, tomar decisiones y determinar el valor de las cosas no se activaban lo suficiente con el menú de seis opciones. Sin embargo, con más de 15 el nivel de actividad comenzaba a generar estrés.

El asno de Buridan

El porqué del estrés ante la toma de decisiones es algo que ha despertado nuestra curiosidad desde hace siglos. En el tratado ‘Sobre el cielo’, Aristóteles (384 a. C.-322 a. C.) señalaba que un hombre sediento y hambriento se quedaría inmóvil si le situasen a la misma distancia de una mesa con comida y otra con bebida.

Siglos más tarde, se popularizó un argumento conocido como “la paradoja del asno de Buridán”. En él, un asno incapaz de elegir entre dos montones de heno acaba muriendo de hambre. Esta historia era una crítica a la filosofía de Jean Buridan (1300-1358), quien defendía que el hombre podría tomar cualquier decisión gracias a la razón. Y ha sido usada, a lo largo de la historia, para ilustrar muchas situaciones en las que parecía imposible tomar una decisión.

Aunque es poco probable que un asno no termine de decidirse ante dos montones de comida, sí parece real el hecho de que tener demasiadas opciones puede agobiarnos. “Poder elegir no nos ha hecho más felices, sino más insatisfechos”, señala Barry Schwartz. Quien, además, dice poseer el ansiado secreto de la felicidad. Y es muy sencillo: el secreto de la felicidad (desvela) se basa en tener pocas expectativas.

Imágenes | Unsplash/freestocks.org, Unsplash/Victoriano Izquierdo

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