¿Qué pasaría si la Tierra se quedase sin energía? La III Guerra Mundial se quedaría corta

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Las civilizaciones (y usamos el plural por si acaso hubiese alguna por ahí fuera) se clasifican en función de su consumo de energía según la escala de Kardashov. Tipo I, tipo II y tipo III, en función de si consumen los recursos de su estrella más cercana, de varias, o de una galaxia al completo. En esa escala, nosotros estamos empezando a ser del Tipo I gracias a las renovables.

Y es que desde hace un tiempo a esta parte estamos tomando conciencia del enorme consumo energético y las consecuencias para el planeta y para nosotros, y estamos cambiando poco a poco nuestras costumbres y tecnología para ser más eficientes mientras seguimos avanzando.

¿Consumimos cada vez más o cada vez menos?

En las noticias suelen aparecer dos hechos aparentemente contradictorios: cada vez consumimos más pero cada vez ahorramos más energía. Y ambas son ciertas. Por un lado, el Internet of Things y la hiperconexión del mundo están haciendo que todos nuestros dispositivos y electrodomésticos consuman energía de manera constante.

Pero, por otro, esta energía es cada vez menor para un mismo trabajo (un aumento de la eficiencia), y proviene de fuentes más y más limpias. Como resultado, el consumo por persona aumenta gradualmente pero perjudica menos al medio ambiente. Además, la población mundial parece tener un límite cercano a los 10.000 millones de habitantes a medida que la calidad de vida aumenta.

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Fuente: iStock/Mike_Kiev

Al igual que con el consumo de energía, a medida que los países van alcanzando una calidad de vida se tiende a la sostenibilidad: su consumo torna hacia fuentes menos contaminantes y su índice de natalidad tiende a la unidad. Es muy posible que en varios siglos cada persona consuma el actual energético a un pequeño pueblo, y que esto esté en conjunción con la naturaleza.

La Edad de Piedra se acabó, pero aún quedan piedras

Cuando hace milenios la Edad de Piedra tocó a su fin, aún quedaban bastantes piedras en el mundo. Y lo mismo ocurría con las Edades de Bronce, Cobre y Hierro. Los materiales con los que trabaja la humanidad no cambian porque se hayan agotado, sino porque avanzamos tecnológicamente y descubrimos otros materiales y combustibles que usar.

Sin embargo, siempre parecen quedar unos treinta años para que se acabe el petróleo y empiece la Tercera Guerra Mundial, unos veinte para llegar a Marte y algo menos de diez para que los coches vuelen. Obviamente, información obsoleta e incompleta que quizá pudo haber sido cierta en algún punto de 1950, cuando las energías renovables no estaban sobre la mesa.

Markets at Grid Parity

Fuente: Informe del Deutsche Bank, enero de 2014. Se muestra el coste medio en dólares por kWh y la solar (LCOE).

Pero ya en 2014 el Deutsche Bank publicó un informe independiente informando al mundo de que la paridad solar había llegado. Es decir, ya en 2014 el coste de un kWh de energía solar costaba lo mismo que la media de un kWh en el mercado. Explicado de otro modo: en 2014 la energía solar ya era más asequible que cualquier combustible fósil quemado o barra de uranio fisionada. Y hoy día sigue abaratándose.

La energía eólica le siguió a la solar unos meses más tarde.

La Tercera Guerra Mundial no surgiría de una falta energética

A mediados del siglo pasado, en plena guerra fría y con el petróleo como única fuente de energía mundial, era fácil (pero erróneo) deducir que pronto no quedaría energía para todos. Las poblaciones de todos los países no dejaban de aumentar, y cada vez eran necesarios pozos petrolíferos más y más profundos. El oro negro parecía que iba a acabarse, y la tensión crecía.

Es por eso que empezaron a aparecer los primeros informes sobre cómo una Tercera Guerra Mundial podría brotar, y sus notas han seguido llegando hasta nosotros a través de las décadas, completamente obsoletas. Y es que la energía no solo no se acaba, sino que cada vez descubrimos más minas gracias a la eficiencia.

Eficiencia energética con el tiempo

Fuente: Wikipedia

En 1975, invertir en un panel solar era poco menos que absurdo. Su rendimiento estaba muy por debajo del 1%, y la captación energética era más baja que la que un dinosaurio podía recolectar del Sol. A lo largo de su vida útil devolvería una fracción casi insultante de la energía que requeriría su construcción. Además, su coste resultaba prohibitivo.

Sin embargo, la inversión en renovables ha logrado que los costes de generación de un vatio en las células fotovoltaicas hayan descendido en un 99,64% entre 1976 y 2014. Generar un vatio en 1976 costaba alrededor de 100 dólares. En 2014 su coste era de 0,36 dólares. O lo que es lo mismo, en 2014 podíamos generar casi 280 veces más energía que en 1976. Se estima que para 2050 la energía para consumo residencial sea virtualmente gratuita.

Ley de Swanson

Fuente: Wikipedia

Es muy posible que exista un último repunte del consumo de petróleo en las décadas que se avecinan, quizá del consumo asiático y africano. No obstante, estas crestas decrecerán abruptamente para no volver a levantarse en cuanto la energía solar cubra grandes superficies.

Imagen de cabecera | iStock/RomoloTavani

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