El 10 de diciembre de 2021 se estrenaba la película Don’t look up en cines, y unos días después en Netflix. En ella, un grupo de detección de asteroides descubre que uno de estos va a impactar sobre la Tierra y acabará con la vida tal y como la conocemos, aunque mucha gente no les cree. Aunque el filme se centra más en este comportamiento social negacionista, ¿existen posibilidades de que un meteorito se estrelle contra nosotros? ¿Cómo trabaja un equipo de detección de asteroides?
Toni Santana-Ros (en la imagen) es investigador astrónomo de la Universidad de Alicante y del Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universidad de Barcelona, y asimismo director del equipo internacional que ha descubierto el segundo asteroide troyano de nuestro planeta. Gran parte de su trabajo diario es detectar este tipo de cuerpos celestes y concluir qué riesgo hay de que nuestro planeta acabe siendo víctima de uno de estos objetos.
El blog de Lenovo (EBL): Recientemente un equipo liderado por ti descubrió el segundo meteorito troyano de la Tierra, ¿qué significa eso de “troyano”?
Hay que hacer aquí un inciso entre ‘meteorito’ y ‘asteroide’. Lo que hemos descubierto ha sido un asteroide: un meteorito es un cuerpo celeste que ha impactado con la Tierra y ha llegado a su superficie. Un asteroide, en cambio, es un cuerpo menor que un planeta que se ‘pasea’ por el sistema solar. El que hemos descubierto nosotros se sitúa en un punto de Lagrange, un lugar del espacio de equilibrio en que si tienes dos astros muy masivos, como es el caso del Sol y la Tierra, se generan unos puntos concretos, cinco en total. Si sitúas un tercer cuerpo, resulta que se queda teóricamente estacionario, no se mueve de ese punto de Lagrange.
A su vez, la Tierra gira alrededor del Sol y se generan diferentes puntos de fuerza centrífuga (como cuando el cuerpo se nos va en una curva dentro de un coche). La combinación entre la fuerza de gravedad de los cuerpos masivos y su fuerza centrífuga al mantener una órbita constante (como la de la Tierra con respecto al Sol) hacen que estos asteroides troyanos mantengan, también, una órbita constante.
Los más conocidos son los que acompañan a Júpiter, porque son los más numerosos (casi 10 000). Para explicar qué es un asteroide de este estilo en forma visual: la línea naranja (imagen de abajo) es la órbita de Júpiter, y por ella también irán orbitando sus troyanos (se ven en la imagen enmarcados por las elipses). Imaginemos que la órbita es un circuito de carreras: este planeta y sus asteroides, anclados en los puntos Lagrange L4 y L5, viajan a la misma velocidad dentro de esta órbita.
De la Tierra ahora hemos descubierto el segundo troyano. Ambos se sitúan en el punto L4 de Lagrange y ambos se sienten atraídos por la fuerza gravitatoria del Sol y de nuestro planeta. Así se mantiene en ese punto.
EBL: La siguiente pregunta es obligatoria: ¿son peligrosos los troyanos?
Los troyanos de Júpiter se encuentran en el mismo lugar desde la misma formación del planeta, se han quedado ‘atrapados’ y son asteroides primordiales. En el caso de los dos que conocemos de la Tierra no son primordiales. ¿Qué quiere decir esto? Que no están ahí desde la formación de nuestro planeta, sino que los hemos ‘capturado’ a posteriori. El segundo de ellos fue ‘capturado’ alrededor del año 1500. ‘Capturado’ quiere decir que orbita alrededor de un punto de equilibrio, como son los puntos de Lagrange, generado por el sistema Tierra-Sol, mientras que antes simplemente orbitaba alrededor de la estrella.
Eso sí, si un asteroide pasa por un punto Lagrange a mucha velocidad, lo sobrepasará. Imagina el juego de las canicas: si lanzamos la canica fuerte pasará por encima del agujero. Si la lanzamos a la velocidad adecuada, se quedará en él. Supón que el punto de Lagrange es el agujero y el asteroide, la canica. Esto último es lo que le pasó al segundo troyano de la Tierra. Calculamos que se quedará en este lugar al menos durante 4000 años más. Después de esta fecha no sabemos cuál será su evolución, pero lo que sí conocemos es que tendrá la capacidad de salirse del punto Lagrange por la influencia de Venus, Marte y otros planetas. Cuando escape, tendrá otra órbita que lo alejará o acercará a la Tierra. Eso no lo podemos prever. Durante 4000 años podemos estar tranquilos.
EBL: ¿Por qué son importantes para la ciencia?
Los asteroides troyanos nos dan información sobre qué tipo de órbitas puede tener un cuerpo al estar en equilibrio en los puntos Lagrange. En el caso de los troyanos de Júpiter nos dan información para conocer qué elementos había en la formación del sistema solar. Vamos a viajar al pasado, al momento de la formación de nuestro sistema solar: un montón de asteroides y partículas se van juntando hasta formar un planeta como Júpiter. Pero muchos otros materiales se quedan ‘atrapados’ en otras zonas. El mismo material del que está hecho Júpiter se puede encontrar, a su vez, ‘bloqueado’ en los puntos Lagrange. Así, si analizamos sus troyanos estaremos viajando al pasado. En esta dirección, nuestro equipo de trabajo está buscando asteroides primordiales de la Tierra que nos ofrezcan información acerca de cómo se ‘fabricó’ nuestro planeta.
EBL: Se ha difundido mucho en redes sociales el bulo de que el próximo 6 de mayo de 2022 un asteroide impactará contra nuestro planeta y lo destruirá. ¿Qué probabilidades hay, realmente, de que pase esto?
Bueno, no es un bulo. Es verdad que existe la probabilidad de que un objeto impacte sobre la Tierra el próximo 6 de mayo, pero todo hay que explicarlo bien, dando datos reales y fidedignos. Y cualquiera puede consultar esta información. Hay sobre todo dos entidades que se dedican a rastrear estos objetos peligrosos para la Tierra: el equipo de la NASA y el equipo de la ESA (Agencia Espacial Europea), que es con la que colaboramos. La ESA tiene una página en la que tenemos información sobre cuerpos peligrosos. Podemos consultar una tabla de información dinámica en la que aparecen catalogados los cuerpos conocidos que pueden chocar contra nuestro planeta. Están los diez más peligrosos.
La primera columna es la matrícula del objeto. Luego, tenemos su tamaño en diámetros y, a continuación, la hora y fecha del impacto y la probabilidad (no nula) de que esto ocurra. Si nos atenemos a cómo está la tabla a día de hoy (21 de marzo) tenemos un objeto de 50 metros de diámetro que tendría una probabilidad entre 3322 de que impacte sobre la Tierra el 2 de abril del año 2052 a la 01:36. Este es el objeto que más nos preocupa a día de hoy y la probabilidad de que impacte es bastante baja.
Si miramos el siguiente objeto, la probabilidad de que impacte es mucho mayor (1/14) pero solo mide ocho metros de diámetro, por lo que seguramente se desintregaría en la atmósfera antes de que llegase a impactar. Si llegara a estrellarse en una zona urbana podría romper cristales y hacer cortes si alguien está cerca de uno.
En el top 10 no aparece el tan cacareado objeto que impactaría en la Tierra el próximo 6 de mayo. Si ordenamos la lista por fecha de impacto aparece, con 10 metros de diámetro (se eliminaría en la atmósfera) y con una probabilidad de que impacte contra la Tierra de 1 entre 1 720 000. Si organizamos la tabla por peligrosidad (columna ‘PS Max’) no estaría ni entre los 200 primeros.
EBL: ¿Por qué tienen tanto recorrido estas noticias?
Este tipo de noticias están hechas precisamente para atraer al gran público. Arrojan información tergiversada, se basan en hechos que son reales pero los interpretan de manera alarmista.
EBL: Pongámonos en lo peor: ¿cuál es la posibilidad real de que un meteorito caiga e impacte en la Tierra? ¿Cuáles serían los protocolos a seguir?
La ESA ofrece otra tabla en la que describe la situación actual de objetos por tamaño y la posibilidad de que impacten sobre la Tierra.
Por ejemplo, en la primera columna tenemos objetos que miden un metro. Estos no son peligrosos. Hace poco uno de ellos de unos cuatro metros se vio entre Noruega e Islandia: no llegó a caer y solo se percibió un gran destello. Hay muchos de ellos en el sistema solar, se calcula que más de cuatro millones, pero no revisten peligro alguno. De media suele caer uno al año.
En la segunda columna tenemos objetos de 10 metros. Estos nos preocupan un poco más. La mayoría no llegaría a caer al suelo pero sí generarían una onda de impacto que podría romper cristales o arrancar puertas. Se suelen descubrir un par de días antes de que impacten en nuestro planeta. Podemos hacer seguimiento, calcular dónde va a caer o avisar a la población, entre otras medidas. En esta ocasión, suelen llegar de media cada diez años y la mayoría cae al mar, por pura probabilidad. Si cayera en una ciudad, nos pondríamos en contacto con el gobierno para que avisara a la población y se mantuviese alejada de ventanas, por ejemplo.
La cosa se pone más seria con los objetos de 100 metros. Creemos que hay unos 30 000 y conocemos 5000 aproximadamente. Si impactan con la Tierra generarían un cráter o un tsunami. Estos tienen impacto incluso regional y nos falta por descubrir un 85 %. Estos objetos caen sobre la Tierra cada 10 000 años de media.
Y por último, los más grandes, los de un kilómetro y más, de los que conocemos tres cuartas partes. Si choca uno de estos, ya podríamos empezar a organizar una fiesta (risas) porque poco arreglo habría. Estos no nos preocupan porque prácticamente los hemos descubierto ya todos. Estos objetos caen de media sobre nuestro planeta entre cada millón y cada 300 millones de años.
EBL: Vayamos a tu día a día: ¿cómo es trabajar de ‘detector de meteoritos’? ¿Cuánta gente hay en España buscando este tipo de amenazas?
Dentro de la ESA se encuentra el Near-Earth Objects Coordination Centre (NEOCC). Ellos, en colaboración con equipos como el nuestro, nos dedicamos a ir observando los cuerpos que están dentro de la tabla de riesgo que hemos visto anteriormente y recalculamos la probabilidad de impacto, su tamaño y otras variables que podemos estudiar para estar lo más actualizados posible.
Otra de nuestras tareas es observar a través de unos telescopios especiales (survey) todos los cuerpos que se mueven. Como ejemplo tenemos esta imagen.
Los puntos negros son estrellas. De repente, ves un objeto que cambia su posición: has descubierto un asteroide. A continuación, miras en el catálogo si ya existe. En caso de que no, se reporta su hallazgo. Lo siguiente es realizar un seguimiento del astro y su posición en el cielo. La primera X (siguiente foto) representada en la imagen siguiente hace referencia al primer avistamiento. Al día siguiente, está en la segunda X y a las horas está en la posición de la tercera X. Una vez tienes tres puntos determinas cuál es la órbita que podría tener el asteroide.
Todas las medidas tienen un rango de incertidumbre. El cuerpo puede estar en la última X que vimos anteriormente o situada un poco más arriba. La órbita de antes es buena, pero la alternativa también. ¿Cuál es la buena? Para averiguarlo seguimos observando el objeto y ya veremos si se acerca o se aleja de la Tierra.
Una vez se ha trazado la órbita más probable, se dibuja una línea imaginaria por donde impactaría el objeto. A esto se le llama ‘pasillo de impacto’ que podemos verlo en la siguiente imagen.
Esto es una simulación gráfica y no se debe tratar al pie de la letra, solo para que el lector vea cómo es el trabajo de detección. Aquí verías qué zonas debes alertar en caso de que así fuera, avisando a los ministerios correspondientes para que tomen las medidas oportunas. En España trabajamos equipos muy distintos y necesarios que nos complementamos.
Imágenes | Chris Henry, Southwest Research Institute, Planetary Defense Conference, NEOCC
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