El turismo es el rey de las carreteras, y por eso el vehículo autónomo se centra en su diseño para sustituirlo. Sin embargo, el coche sin conductor no es per sé la solución al problema de la movilidad actual. Necesitamos otras tecnologías.
Si cambiamos todos los vehículos actuales por un coche autónomo, la contaminación seguirá siendo un problema. También el volumen de calle ocupado, los atascos o el coste de acceso al coche. ¿Qué soluciones hay?
¿Para qué sirve un coche autónomo?
Un coche autónomo de nivel 5, de los que no tienen volante, te lleva de un punto A a un punto B sin necesidad de que hagas nada. Es ideal para personas mayores, gente con movilidad reducida, niños, personas con ceguera, etc.
La conducción del futuro traerá nuevas oportunidades de ocio y económicas. Imaginemos los trayectos actuales al trabajo si pudiésemos echar una cabezada o ver un programa de televisión de nuestra elección o escuchar un podcast tomando apuntes. Podríamos estudiar o trabajar en movimiento.
Pero un coche autónomo no sirve para cambiar todos los coches que circulan por la ciudad, sin más. Imagina tu ciudad con el mismo número creciente de vehículos, con la salvedad de que son conducidos por máquinas.
Es cierto que los atascos disminuirán. De hecho, ya lo están haciendo con tecnologías como el control de crucero. De modo que con el vehículo autónomo es posible que apenas haya atascos, pero seguirá habiendo contaminación atmosférica en aumento.
El vehículo eléctrico, necesario para los pulmones
El vehículo eléctrico ha llegado para quedarse. De manera muy aproximada, el crecimiento interanual de vehículos eléctricos es del 200%. Es decir, que en julio de 2018 se matricularon el doble de vehículos que en julio de 2017.
Este tipo de movilidad tiene unas emisiones de fabricación ligeramente más elevadas. Sin embargo, durante los primeros años de circulación la falta de emisiones en circulación hace mucho más limpio el eléctrico.
Su bajo mantenimiento y bajo coste a largo plazo (durante la vida útil del coche) lo hacen una tecnología interesante. De modo que los vehículos autónomos necesitan ser eléctricos frente a propulsados por diesel, gasolina, GLP u otros.
Pero, ¿hay litio y baterías para todos los vehículos? Todos los cálculos parecen indicar que si cambiamos todos los coches del planeta por vehículos eléctricos, con la tecnología actual, no. Cierto que la tecnología evoluciona y la densidad energética es cada vez mejor. Hay que reducir el número de coches.
Coches compartidos para todos
El vehículo en propiedad forma parte de la cultura de muchos países como España, Colombia o Estados Unidos, entre otros. El poseer frente al compartir es un concepto muy arraigado y difícil de superar. El carsharing lo intenta, y parece irle bastante bien.
Cuando Car2Go llegó a España con sus vehículos eléctricos (pero no autónomos) las críticas no se hicieron esperar. Ahora, esta tecnología está consolidada en las ciudades más grandes, extendiéndose a su periferia el modelo de carsharing, motosharing y bikesharing.
Este tipo de movilidad va a reducir enormemente el número de vehículos en las calles debido al tiempo de uso de los coches. Un vehículo particular se encuentra entre el 95% y el 97% del tiempo detenido, perdiendo valor.
Por contra, el vehículo compartido no deja de rodar en todo el día, con cerca de 15 viajes diarios según Fernando Izquierdo (Emov). Esto significa que las ciudades verán sus calles más amplias. Se estima que un vehículo de carsharing equivale a unos 20 vehículos privados.
Baja a la calle, echa un vistazo e imagínala con solo uno de cada 20 vehículos. Y ahora imagínala sin uno solo. Si podemos dejar la flota urbana en uno de cada 20 o uno de cada 10, y además estos son autónomos, probablemente ni les veamos detenidos. O están llevando pasajeros, o en garaje.
El vehículo conectado y la inteligencia artificial
Las tecnologías de carsharing más vehículo autónomo introduce una combinación interesante. Ya no hace falta que todos tengamos nuestro coche. Basta con sacar el móvil y decir de dónde a dónde queremos viajar.
Al poco, un coche vendrá a por nosotros. Pero si agregamos a ello la conectividad de los vehículos, una tecnología que ya estamos viendo (el 100% de los vehículos fabricados en 2019 serán conectados) entonces los resultados son asombrosos.
Todos hablarán entre ellos y formarán una malla urbana que evitará formar atascos mientras lleva a cada pasajero a su destino. Pero, a diferencia de tecnologías ya existentes como BlaBlaCar o Zity, el carsharing autónomo conectado tendrá una estructura más parecida a la que hoy tiene el transporte público.
Es posible que el propio coche –o las inteligencias artificiales que controlan la red– sume un par de minutos a tu trayecto para evitar que una persona que hará tu misma ruta tenga que esperar más de ese tiempo.
Al igual que el autobús, se detendrá en ocasiones en puntos en los que el usuario no querrá bajarse, pero con ello conseguirá maximizar el uso de la red y evitará enviar un solo vehículo. Así, si viajamos de una ciudad a otra, es probable que de un ligero rodeo para llenar el coche antes de partir.
El futuro es apasionante. Los vehículos eléctricos ya son una realidad comercial, el carsharing está despegando, y en un año todo coche estará conectado. Cientos de ciudades ya hacen pruebas con el vehículo autónomo, y se lo espera en un máximo de cinco años.
Es decir, pronto veremos el cambio en nuestras ciudades, respiraremos aire más limpio y ganaremos espacio urbano gracias al vehículo eléctrico, conectado, autónomo y de carsharing.
En Lenovo | Vehículos eléctricos, adaptados al usuario y de alquiler: así es la nueva movilidad urbana
Imágenes | iStock/SIphotography, iStock/AlessandroPhoto, iStock/Cineberg, iStock/JIRAROJ PRADITCHAROENKUL