La carrera por los recursos que albergan los asteroides ya ha empezado, y una de las empresas pioneras en ese sentido es Planetary Resources.
Y es que el futuro de la minería espacial pasa por aprovecharnos de los recursos de estas rocas espaciales, más de 100.000 catalogadas por la NASA entre el año 2009 y el 2011 en el cinturón entre Marte y Júpiter. A distancias más próximas, más cerca aún que la Luna, hemos localizado más de 1.500.
En total, en 2014 teníamos catalogados 400.000 cuerpos. Algunas estimaciones permiten suponer que haya más de un millón de asteroides con tamaños superiores a un kilómetro. Sitios web como Asterank ofrecen información sobre el tamaño de los asteroides y su composición, además de contar con un “ranking de los asteroides más valiosos”. Según calcula John S. Lewis, de la Universidad de Arizona, uno de los asteroides más pequeños de la clase, el 3554 Amón, de 2,5 kilómetros de diámetro, costaría unos 87.000 millones de dólares.
Y es que solo uno de esos asteroides podría proporcionarnos más recursos de un material en concreto que todo el que hemos encontrado en la Tierra. Tal y como explica Juan Scaliter en su libro Exploradores del futuro:
Un asteroide de quinientas toneladas tendría tres veces más platino que todo el que hay en la Tierra. Gracias a la abundancia de metales del grupo del platino se reducirían los costes de aparatos electrónicos o se podría facilitar, por fin, la construcción económica de los motores eléctricos.
Primer paso: localizar el botín
Como si fueran minas recónditas y muy profundas, detectar qué riquezas albergan los asteroides no es fácil. En este primer paso es donde participa la logística de Planetary Resources: para evitar las distorsiones de la atmósfera terrestre, está construyendo un telescopio espacial privado, el primero de su clase, para atisbar los recursos de un determinado asteroide.
Su nombre es Arkyd 100, de 15 kg de masa, y se desplegó con éxito desde la Estación Espacial Internacional (ISS). El telescopio fue enviado a la ISS a bordo de una misión de reabastecimiento del Falcon 9 de SpaceX el 9 de abril de 2015, y fue financiado a través de kickstarter, obteniendo más de 1,5 millones de dólares (el objetivo inicial era un millón).
A priori, los asteroides que más interesan a Planetary Resources son los de tipo M, es decir, los que albergan metales, sobre todo del grupo del platino, muy útiles en la tecnología actual por su bajo cociente de corrosión y su biocompatibilidad (por ejemplo, para usar en implantes médicos). También serán fundamentales el iridio y el osmio.
La revolución sería similar a la que ya se produjo con el aluminio, pues, antes de descubrirse el proceso para industrializar su extracción, era un metal caro y exclusivo. Hasta el siglo XIX, de hecho, a causa de su escasez, fue considerado el metal más valioso del mundo. El propio Napoleón II dio un banquete en honor del rey de Siam (actual Tailandia) en el que a los invitados de honor se les obsequiaba con utensilios de aluminio. El resto de convidados se tuvo que conformar con utensilios de oro.
https://www.youtube.com/watch?v=fJBiZnVsJ7gSegundo Paso: extracción
Chris Lewicki es el jefe de ingenieros y director de Planetary Resources, y está siendo asesorado por uno de los fundadores de Google, Larry Page. Tras localizar los asteroides más preciados, el siguiente paso es extraer el botín.
Para ello, hay que desarrollar taladros, brocas, sistemas de almacenaje, expansibles que funcionen correctamente en el espacio, entre otros. Tal y como explica el propio Lewkicki:
Es verdad, hay mucho que diseñar. Pero no solo tecnologías: cada vez que se crea una industria nueva se deben diseñar numerosas disciplinas novedosas. Hay incontables científicos que han pasado mucho tiempo aprendiendo sobre asteroides, comparando su composición con lo que sabemos sobre geología y explotación de recursos en nuestro planeta para utilizar sus conocimientos en minería de asteroides.
La SPACE Act empezó a ser debatida en el Congreso de los Estados Unidos y es uno de los primeros intentos por establecer una regulación para ese tipo de explotaciones espaciales. En noviembre de 2015, finalmente, el Congreso dio luz verde a la U.S. Commercial Space Launch Competitiveness Act (H.R. 2262), que reconoce el derecho de sus ciudadanos a ser los propietarios de los recursos procedentes de cuerpos celestes que exploten en el futuro.
Parecen planes propios de una novela de ciencia ficción, pero detrás de esta empresa hay inversionistas cuyos nombres están revolucionando la tecnología hasta convertirla en ciencia ficción, como es el caso del propio Larry Page, el fundador del X-Prize Peter H. Diamandis, Eric Schmidt (también de Google), Ross Perot, Jr. (multimillonario y el primer hombre en circunnavegar el globo en un helicóptero) Richard Branson (de Virgin) y el cineasta James Cameron. Con esos mimbres, todo es posible.