minería urbana

Minería urbana: la riqueza detrás de los residuos electrónicos

Teléfonos móviles, televisores, neveras. Prácticamente en cualquier lugar del planeta los contenedores de residuos están llenos de aparatos electrónicos. Se trata de la nueva basura, que se acumula en cantidades alarmantes. Según el informe E-Waste Monitor 2017, en 2016 se generaron 44,7 millones de toneladas métricas de residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) a nivel mundial. Lo equivalente a 4.500 veces el tamaño de la Torre Eiffel.

Mientras la cantidad de residuos electrónicos aumenta, las reservas de los materiales necesarios para fabricar dispositivos nuevos se agotan. Esto genera una subida de precios que, sin embargo, no evita un aumento de la producción. Comprar, usar, desechar. Es una rueda que parece no tener fin. Para terminar con esta tendencia, iniciativas ligadas a la Economía Circular fomentan otros estilos de consumo.

Una de soluciones que se presenta con más fuerza es la minería urbana, que consiste en reciclar los materiales de valor presentes en los residuos electrónicos para fabricar nuevos aparatos. Básicamente, en dar valor a aquello que todavía lo tiene.

Minería urbana

El coste de explotar el planeta

Además de tener un grave impacto sobre la naturaleza, este sistema de usar y desechar es muy poco rentable económicamente. Extraer de la tierra los minerales para fabricar dispositivos electrónicos nuevos sale 13 veces más caro que obtenerlos a través de aparatos usados. Así lo indica un estudio publicado recientemente por la revista Environmental Science & Technology.

Este estudio se realizó a partir de datos de ocho empresas de reciclaje en China. Se calculó el coste de extracción de metales de los desechos electrónicos. Estos gastos incluían los costes de recolección, la mano de obra, el uso de energía, materiales y transporte, así como los costes de los equipos y edificios de reciclaje. Gastos que se compensaron con los ingresos derivados de la venta de materiales recuperados y ayudas públicas.

Frente a esto, se encuentran los gastos derivados de obtener materiales directamente de la naturaleza. Para conseguir algunos como el cobre o el aluminio, presentes en televisores o smartphones, es necesario excavar y realizar diferentes procesos industriales, lo que supone un gran gasto de todo tipo de recursos (desde agua hasta mano de obra).

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Según el informe de E-Waste Monitor 2017, de esos casi 50 millones de toneladas métricas de residuos que se generaron a nivel mundial en 2016, tan solo 8,9 fueron recogidos y reciclados. Supone un 20% del total. Del 80% restante se desperdiciaron materiales y materias primas que alcanzaban un valor de unos 55.000 millones de euros. Una cifra que supera el producto interior bruto de 2016 de la mayoría de los países del mundo.

Tratamiento especializado

Los aparatos tecnológicos complejos pueden contener hasta 60 elementos de la tabla periódica. Destacan los metales preciosos como el oro, la plata, el cobre y el platino. También materiales pesados como el hierro y aluminio. Aunque el mercado limita cuáles se pueden recuperar, muchos de ellos son técnicamente reutilizables.

Para recuperar estos materiales, el primer paso es realizar un sistema de recogida selectiva. Muchos son altamente tóxicos, por lo que suponen un grave peligro cuando acaban mezclados con el resto de basura.

Una vez separados los residuos electrónicos de aquellos que no lo son, se dividen en diferentes categorías. El tratamiento de cada aparato es diferente. Por ejemplo, de los frigoríficos y sistemas de refrigeración se extrae y separa el contenido de los gases refrigerantes (como ácidos, agua y aceites). Estos gases, al igual que la mayoría de los materiales extraídos de cualquier aparato electrónico, se trasladan después a otras instalaciones especializadas. Los que no son reutilizables son tratados o eliminados.

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El papel de la minería urbana en los ODM

“Una mejor comprensión y más datos sobre los desechos electrónicos contribuirán al logro de varios de los objetivos de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible de la ONU”, señala el informe de E-Waste. Destacan los relacionados con la creación de empleo verde (puestos de trabajo que son sostenibles ambientalmente). Se espera que incrementar el volumen de reparaciones y procesos de separación, clasificación y reciclaje de los minerales se traduzca en la creación de numerosos puestos de empleo. Tanto en países desarrollados como en aquellos en vías de desarrollo.

Varios países se han sumado ya a iniciativas que promueven la reparación en lugar del consumo. En 2017, 67 países del mundo (el 66% del total) contaban con una legislación nacional para reciclar RAEE. Suecia adoptó hace dos años medidas de reducción de los impuestos de actividades de reparación de determinados productos.

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Una nueva vida útil

En este cambio de modelo entran en juego la legislación y nuestros hábitos de consumo. Pero también las compañías del sector tecnológico, que tienen la oportunidad de reducir la producción de dispositivos y de fomentar la reutilización de materiales. Actualmente el uso de dispositivos electrónicos está aumentando de forma exponencial en países en vías de desarrollo. Solo en el continente asiático se producen unos 12 millones de toneladas de RAEE cada año. Es precisamente allí en donde se encuentran muchas de las empresas fabricantes de tecnología. Por ello, el desafío es mayor.

Son muchas las asociaciones y organizaciones no gubernamentales que trabajan para dar a conocer las soluciones de la economía circular. Fomentar que se alargue la vida útil de los objetos y materiales está entre sus objetivos principales. Y la minería urbana es solo una de sus propuestas.

Imágenes | iStock/Achisatha Khamsuwan, Pixabay, Pixabay/Shibang, iStock/Reimphoto, iStock/golubovy

 

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