Mientras seguimos la evolución de la pandemia de COVID-19 en todo el mundo, otra enfermedad vírica ha hecho que nuestra atención se centre, a su vez, en el sur de España.
Allí, un brote causado por el virus del Nilo Occidental suma más de 40 contagiados y dos víctimas mortales. Hacemos un repaso a las características de este virus y las enfermedades que genera, que no son nuevas en España.
Mosquito-ave-mosquito
El virus del Nilo occidental forma parte de la familia de los flavivirus, un género que está detrás de otras enfermedades como el dengue o la fiebre amarilla. Se transmite a las personas sobre todo a través de la picadura de mosquitos infectados.
Los seres humanos son, sin embargo, hospedadores finales. Esto quiere decir que se infectan, pero no propagan la infección. Otros animales que actúan como hospedadores finales del virus del Nilo Occidental son los caballos. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta la fecha no se ha confirmado ningún caso de transmisión de persona a persona por el contacto social ordinario. Es decir, por el contacto físico habitual o por compartir espacios comunes, por ejemplo.
En cambio, sí se han dado casos (aunque escasos) de transmisión a través de trasplantes, transfusiones sanguíneas o leche materna. También se ha notificado un caso de transmisión placentaria de una madre a su hijo.
Antes de llegar a los seres humanos y detenerse así la propagación, los virus pasan por otras especies: las aves. “La infección del ser humano suele ser el resultado de las picaduras de mosquitos que se infectan cuando pican a aves infectadas, en cuya sangre circula el virus durante algunos días”, explican desde la OMS. “El virus pasa a las glándulas salivales del mosquito, que cuando pica, puede inyectar el virus a los seres humanos y los animales, en los que luego se multiplica y puede causar enfermedad”.
De esta forma, el virus se mantiene en la naturaleza en un ciclo que va de los mosquitos a las aves, y de nuevo a los mosquitos. Las aves actúan como reservorios de los virus, es decir, como hospedadores a largo plazo.
¿Qué mosquitos transmiten el virus?
Los principales vectores de la enfermedad son los mosquitos del género Culex. En el brote de Andalucía, las especies implicadas son el Culex perexiguus y el Culex pipiens. Se trata de dos especies autóctonas de España, y bastante comunes. Tal y como explican en la Revista Sinc, el Culex pipens es también conocido como mosquito común. Es el mosquito que suele introducirse en nuestras habitaciones y picarnos mientras dormimos.
En cuanto a las aves, se sabe que pueden infectarse por otras vías más allá de la picadura de estos insectos. Además, cada especie mantiene el ciclo de transmisión de forma diferente. Las aves de Europa, África, Oriente Medio y Asia raramente mueren por esta infección, que sí resulta más peligrosa para las del continente americano.
Lo que implica la enfermedad
Uno de los datos más significativos acerca de este virus es que cerca del 80 % de las personas infectadas por él no presenta ningún síntoma. El 20 % restante sufre la fiebre del Nilo Occidental, con algunos síntomas parecidos a los de la gripe. Según la OMS, los más habituales son fiebre, dolor de cabeza, cansancio, dolores corporales, náuseas y vómitos.
Menos de un 1% desarrolla una afección grave, conocida como encefalitis o meningitis del Nilo Occidental o poliomielitis del Nilo Occidental. En este caso, algunos de los síntomas son dolores de cabeza, fiebre elevada o rigidez de nuca, aunque pueden darse también casos de coma, debilidad muscular o parálisis. El periodo de incubación de ambas enfermedades suele durar entre 2 y 14 días.
En los caballos, las infecciones sintomáticas también son raras y generalmente leves. No obstante, en ocasiones pueden afectar al sistema nervioso de forma grave. Para estos animales sí existe una vacuna, aunque por el momento no hay ninguna disponible para los humanos.
¿Y por qué en España?
Lo cierto es que no es la primera vez que este virus está presente en nuestro país, y muchos menos en Europa. El virus del Nilo Occidental se aisló por primera vez en 1937, después de que una mujer presentase un cuadro clínico que llamó la atención de los médicos. Esta portadora del virus era una mujer del distrito del Nilo Occidental de Uganda, de ahí el nombre que ha recibido el virus y las enfermedades que provoca. Poco después, se identificó en las aves del delta del Nilo.
En Europa, el primer brote reconocido se detectó en Francia en 1962. Cuatro años después, la OMS declaró la fiebre del Nilo Occidental enfermedad emergente en Europa. En España ha habido brotes tanto en caballos como en humanos cada año desde 2010.
Nuestro país se encuentra en la ruta de numerosas aves migratorias, que pueden estar detrás de la llegada del virus. Además, los mosquitos capaces de transmitirlo (los mencionados Culex perexiguus y Culex pipiens) son especies autóctonas en España. Por otro lado, contamos con características ecológicas y climáticas propicias para que tanto aves como mosquitos puedan favorecer la transmisión.
Este año, el brote surgido en Andalucía se suma a la delicada situación generada por la COVID-19. Con todo y dado que no existe una vacuna, la única opción (como ante tantas otras enfermedades) es prevenir el contagio. La OMS recomienda protegerse de las picaduras de mosquito con repelentes, ropa de manga larga o mosquiteras. Otra solución es vigilar atentamente la sanidad animal, para detectar de forma temprana nuevos brotes (por ejemplo, entre aves o caballos).
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