La tecnología avanza, encumbrándose a hombros de invenciones previas, y dando pasos de gigante. Cada semana, distintos boletines nos informan sobre cómo nuevas y disruptivas tecnologías e inventos van a cambiar nuestro futuro, pero las preguntas sobre ellas parecen seguir acumulándose.
¿Va a seguir mareando la VR? ¿Necesitamos un “botón de la muerte” para la IA? ¿Asignamos ya una renta básica universal por si los robots nos quitan el trabajo? ¿Cómo evitamos que los chatbots salgan racistas? Intentaremos responder sobre el estado de estas cuestiones.
La VR marea, ¿va a seguir haciéndolo en el futuro?
La realidad virtual se ha demostrado muy útil en entornos de simulación, en cine, en videojuegos hiperrealistas, e incluso cambiando la educación y el aprendizaje como no podíamos ni imaginar hace unos años.
Sin embargo, la cinetosis (el mareo debido al movimiento) hace mella en algunos usuarios del mismo modo que un barco marea a algunas personas pero no a todas. ¿Por qué marea la VR?
A veces, el sistema vestibular, encargado de nuestro equilibrio, detecta que está siendo engañado. Un ejemplo. Estamos sentados en una silla viendo en las gafas VR cómo hacemos puenting. Nuestro cuerpo sabe que está en posición vertical, mientras los ojos nos ven caer hacia un suelo virtual. Esa diferencia hace que el cerebro no sepa qué estímulo es el correcto, y nos marea adrede para que dejemos de hacer lo que sea que hagamos, recobrando la compostura.
Otras veces los frames (el número de imágenes que vemos por segundo) tienen una baja tasa de refresco, es decir, aparecen menos imágenes por segundo de las que vemos de manera normal. Dado que la realidad no se ve a trompicones, nuestro cerebro detecta que algo no va bien, y vuelve a marearnos para que nos sentemos y nos quedemos un rato quietos.
La elevada latencia de red (2G, 3G, 4G) también hace que se pierda parte de la experiencia inmersiva, ya que el tiempo de respuesta entre que pulsamos algún mando o giramos la cabeza es demasiado elevado. De nuevo, nuestro cerebro piensa que algo nos pasa (como cuando hemos ingerido alcohol) y “emite” un mareo para que nos sentemos tranquilos a volver a calibrar nuestros sistemas.
Como no hay una única causa para los mareos, tendremos que solucionar muchos problemas técnicos antes de que la VR deje de atontarnos la cabeza por completo. Dispositivos más potentes, inmersivos, y conectados a redes 5G minimizarán mucho esto.
¿Un “botón de la muerte” de las máquinas para evitar el Día del Juicio Final?
Arrancado el año 2017, el Parlamento Europeo hizo público un Proyecto de Informe que tenía como objetivo tomar medidas anticipadas por los posibles problemas legales que pudiesen surgir del uso de robots con un alto grado de inteligencia. Generalmente en temas de seguros e indemnizaciones.
En el informe se analizaron diferentes problemas que los robots pudiesen plantear y, aunque suene a ciencia ficción, la rebelión de las máquinas fue contemplada. ¿Qué pasa si una máquina decide no hacernos caso, o su malfuncionamiento le impide ejecutar esa orden y sigue haciendo su trabajo, afectando a la seguridad de las personas? ¿Es necesario el llamado botón de la muerte?
Según el Parlamento Europeo, sí es necesario, de modo que es muy posible que se pida a desarrolladores de IA que incluyan una puerta trasera abierta a la desconexión, un botón de apagado de emergencia por si las máquinas hacen algo imprevisto, como tomar el control de un parque de atracciones.
¿Va a cambiar la navegación por Internet con la VR?
Internet es cada día más visual. El texto de las páginas web está siendo sustituido por gráficas, imágenes, gifs… Incluso los botones de las redes sociales son cada vez más signos y símbolos que texto; y el vídeo está tomando protagonismo a la hora de contar historias.
Avanzamos hacia un Internet casi táctil a medida que la háptica se desarrolla, y las gafas de VR son un complemento perfecto para la inmersión. Pero, ¿cómo entra exactamente en este marco la realidad virtual? ¿Cómo veremos Internet?
Es posible que nada sustituya a las pantallas modernas en muchas décadas, aunque hemos de contemplar posibilidades como pantallas proyectadas sobre superficies planas e incluso pantallas invisibles solo accesibles a nuestras gafas VR.
Hoy día Internet es plano y se “emite” a través del rectángulo de nuestro portátil o teléfono móvil, pero es posible que en el futuro veamos un Internet esférico cuando nos pongamos las gafas VR, o quizá accedamos a una pantalla curva similar a la que vemos al acceder a una sala de cine.
¿Necesitaremos una renta básica universal debido a la robotización?
La renta básica universal (llamada RBU o RBI) no tiene que confundirse con la renta mínima. Mientras que la renta mínima es un salario base que se da a unas pocas personas que cumplen alguna situación (por ejemplo, desempleo) la renta básica universal es obligatoria para todos los ciudadanos y no depende de su poder económico o su situación laboral. ¿Por qué implantarla?
Es la robotización de los sistemas de producción la que plantea este debate tan interesante como necesario. Debido a la automatización, se espera que en menos de dos décadas casi el total de la producción de bienes esté automatizado en alto grado, lo que significa que quien no posea un robot no tendrá un ingreso.
En otras palabras, es necesario desligar el estatus social y el bienestar personal a la generación de valor económico, entre otros motivos porque a las personas cada vez nos costará más competir con las máquinas. Hoy día los derechos sociales están ligados al trabajo, pero se plantea atribuirlos a la ciudadanía.
Los estados tengan que tomar decisiones económicas que hace una década no podían ni contemplarse. La renta básica universal podría ser una de ellas a medida que la palabra desempleado sea sustituida por inempleable.
Los expertos en IA, aunque cautos con los plazos temporales, ven a las inteligencias artificiales no como las que nos quitarán el trabajo, sino quienes nos librarán de trabajar (que no es exactamente lo mismo).
Dado que el sistema económico depende ahora de que los trabajadores sigan cobrando un sueldo, algunos países como Finlandia han propuesto una paga básica con el fin de que los flujos de capital sigan circulando. Es posible que en el futuro sea algo global. ¿Necesitaremos una renta básica universal? Es probable, aunque serán necesarias muchas pruebas, ensayos y errores.
¿Cómo afrontamos la programación ética de la IA para no transmitir a los algoritmos nuestras fobias, miedos, sesgos…?
Hacer un estudio sesgado es fácil: basta con coger una muestra cuánto más pequeña mejor para que sus resultados no sean extrapolables a todas las personas y voilá, ya tenemos sesgo.
La inteligencia artificial, que a menudo se entrena mediante machine learning, parte en muchas ocasiones de conjuntos de datos sesgados (intencionalmente o no), lo que hace que su comportamiento pueda ser poco ético o, como poco, poco educado según nuestros estándares.
Ya se han visto ejemplos de IAs con sesgos “racistas”, o al menos con comportamientos de sesgo racista (aunque sin voluntad, claro), aplicaciones que consideramos machistas u homófobas por cómo interactúan con el usuario, o que muestran un notable sesgo en base a quién sea el usuario (color de piel, sexo…). ¿Cómo nos enfrentamos al problema de la programación ética de la IA?
Como dice Juan F. Samaniego en La tecnología tiene implicaciones éticas, «tenemos que dejar de mirar hacia otro lado» para abordar el problema de base y empezar a educarnos en ética, seguridad, tecnología y otros ámbitos. De lo contrario, seguiremos induciendo sesgos a las máquinas.
La tecnología avanza a buen ritmo, aunque las preguntas que genera a su paso parecen ir acumulándose lentamente sin que nadie les de una solución. Plantearlas es el primer paso, ahora tenemos que resolverlas.
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