¿Qué tiene más riesgo la vacuna COVID o un paracetamol?

Alrededor de 900 millones de personas a nivel mundial se han vacunado ya al menos con una dosis de vacuna contra la COVID-19. La prioridad ha sido, en casi todos los países, la población de más riesgo. Así es, mayores, sanitarios o profesores han sido los primeros grupos en vacunarse contra el coronavirus, pero a todos nos va a tocar antes o después.

Con más de 2.000 millones de vacunas administradas, las noticias sobre los posibles efectos secundarios de las distintas farmacéuticas y la suspensión preventiva de AstraZeneca y Janssen por su posible vinculación con riesgo de trombosis, la sociedad se cuestiona acerca de cuál le ofrece más garantías de seguridad.

Todo lo que hemos escuchado sobre los posibles efectos secundarios de las vacunas puede minar en cierta manera la confianza en su conveniencia. Sin embargo, ¿realmente sabemos si tiene más riesgo que otros medicamentos o actividades que realizamos a diario? A continuación, analizamos los efectos secundarios de las vacunas contra la COVID-19, así como de otros medicamentos y actividades rutinarias.

Riesgos de cada vacuna contra la COVID-19

Llevamos muchos meses oyendo hablar de los porcentajes de eficacia que tiene cada una de las vacunas contra el SARS-CoV-2. Pero una cosa es la eficacia y otra muy distinta la seguridad. De hecho, al igual que cada vacuna tiene un grado diferente de eficacia, también muestra un nivel distinto de seguridad. Y dicha seguridad es otro requisito imprescindible para que la Unión Europea permita su utilización.

Por el momento, las vacunas aprobadas en la Unión Europea son cuatro: Pfizer, Moderna, Janssen y AstraZeneca. Las dos primeras integran una tecnología que involucra ARN mensajero. mientras que Janssen y AstraZeneca utilizan una tecnología de vacunas recombinantes. En consecuencia, las primeras están más relacionadas con riesgo de miocarditis y las segundas con trombos.

A pesar de todo, según un estudio reciente realizado por la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios, de todas las personas vacunadas en España contra la COVID-19, solo un 0,02 % ha tenido reacciones consideradas graves.

ARNm: Pfizer y Moderna

Con aproximadamente cinco millones de personas vacunadas con Pfizer, empieza a hablarse de una posible relación entre miocarditis y las vacunas de ARNm, sobre todo, ante la segunda dosis en jóvenes y adolescentes. Cerca de 280 personas inyectadas con Pfizer mostraron inflamación del músculo cardíaco, pero ningún paciente ha estado en estado crítico y en menos de una semana fueron dados de alta.

Por su parte, la vacuna de Moderna presenta, además, hipersensibilidad cutánea, erupciones grandes y rojas en la piel que cursan con dolor o picor. Estas reacciones no se dan de forma inmediata después de administrar la vacuna, sino que aparecen a partir del octavo día tras la primera dosis, teniendo una duración de unos cinco días.

Adenovirus desactivado: Janssen y AstraZeneca

Además de miocarditis, el síntoma que se ha hecho más tristemente popular asociado a las vacunas contra el coronavirus son las trombosis. Se identifica como un posible efecto secundario de las vacunas del tipo vector viral, como Janssen (de Johnson&Johnson) y AstraZenenca. Precisamente por esa relación con trombosis o coágulos de sangre, en países como España, Francia o Alemania, se ha pausado la vacunación con este tipo de formulación durante un tiempo.

Aun así, hay que dejar claro que estos trombos venosos combinados con una bajada de plaquetas se producen tras la inyección de AstraZeneca en uno de cada 200 mil pinchazos en España. En el caso de Janssen, la frecuencia es mucho menor, de uno por millón en EE UU.

Riesgo comparado con otros medicamentos

La excepcionalidad de la pandemia ha llevado a primer plano todo tipo de noticias y rumores, con fundamento o no, sobre los “daños colaterales” de la vacunación. No obstante, lo cierto es que todos los fármacos tienen efectos secundarios, no solo las vacunas contra la COVID-19. De estas últimas, sigue siendo la de AstraZeneca la que más recelos genera, incluso cuando la Agencia Europea del Medicamento ha afirmado que el riesgo de trombos es muy bajo.

Si comparamos los efectos secundarios de las vacunas COVID con los de algunos fármacos como los anticonceptivos hormonales, encontramos entre 5 y 10 casos de trombosis por cada 10 mil mujeres que toman estos últimos. En contrapartida, de 34 millones de personas vacunadas en Europa con AstraZeneca, solo se han reconocido 120 casos de trombosis. Esto refleja una incidencia de 0,035 por cada 10 mil personas.

Analgésicos y antiinflamatorios

Tomar ibuprofeno también podría tener más efectos adversos que vacunarse con AstraZeneca, principalmente, si se consume en dosis iguales o mayores a 2.400 mg/día. Investigaciones con antiinflamatorios no esteroides (AINE), como ibuprofeno o diclofenaco, demuestran que el peligro de sufrir trombos es el doble en alguien que toma AINE respecto a quien no lo hace.

Lo mismo sucede con analgésicos como el paracetamol o el Nolotil: pueden causar agranulocitosis en una de cada 10 mil personas. Incluso la aspirina muestra su lado fatal, con una incidencia de entre uno y diez casos por cada mil personas, una ratio mucho mayor que los trombos por AstraZeneca.

¿Y comparado con conducir, beber alcohol o fumar?

Los coágulos de sangre que derivan en trombosis pueden ser un riesgo grave para personas que hacen viajes a larga distancia, en los que se está sentado durante mucho tiempo en un espacio reducido. Una de cada mil personas que viajan en avión (0,1%) puede sufrir de trombosis. También largos viajes en coche, tren o autobús conllevan el mismo riesgo. En cambio, solo cuatro personas por cada millón se enfrentan a este peligro al ponerse una vacuna contra el coronavirus (0,0004%).

Actividades lúdicas, como beber o fumar, también tienen consecuencias para nuestra salud. Los expertos aseguran que el tabaquismo está directamente relacionado con casos de trombosis venosa en fumadores. Hoy en día, un 40 % de las muertes relacionadas con el consumo de tabaco son de origen cardiovascular. De igual modo, el consumo diario de alcohol podría producir trombosis venosa profunda.

Centrándonos en torno al coronavirus, encontramos que 78 de cada 1.000 enfermos que han contraído la COVID-19 sin estar vacunado sufren estas patologías (7,8%). Mientras, solo el 0,18 % de los vacunados con AstraZeneca ha tenido efectos adversos.

Tras este breve repaso, podemos considerar que las vacunas contra el coronavirus son más seguras que la no vacunación, otros medicamentos y actividades cotidianas. Si se ha generado esa opinión contraria en algunos sectores de la opinión pública es que, a veces, la abundancia de información (más aún no contrastada) nos lleva a la desinformación.

Imágenes | Pixabay/Free-Photos

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