Primero fue la pandemia de COVID-19 y luego la guerra de Ucrania, que ha derivado en una crisis energética que está descontrolando los precios y afectando a las economías domésticas de lleno, sin contar el cambio climático. En parte por este contexto incierto que no ayuda en nada, hace tiempo que los profesionales sanitarios vienen alertando de que la salud mental de la sociedad se está resintiendo. Y los problemas de insomnio, muy acuciantes en España, serían reflejo de toda esta inquietud y malestar.
Según la Sociedad Española de Neurología (SEN), entre un 20 y un 48 % de la población adulta en nuestro país sufre en algún momento dificultad para iniciar o mantener el sueño. Y al menos un 10 % de estos casos es debido a algún trastorno crónico y grave, una cifra que incluso podría ser mayor por el alto número de personas que no están diagnosticadas.
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Insomnio en España: líder en consumir benzodiacepinas
Para tratar los problemas de sueño, uno de los medicamentos más recetados es la benzodiacepina, una herramienta terapéutica que a corto plazo puede ser efectiva para tratar los síntomas, pero que no está exenta de efectos secundarios y de riesgos de generar dependencia, y que a la larga no resuelve el problema. Precisamente, en lo que se refiere al uso de estos somníferos, España ostenta un poco honroso primer puesto.
La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), organismo dependiente de las Naciones Unidas, advierte en su último informe de que, en 2021, nuestra nación fue la que más consumió estos fármacos en términos relativos, destronando a Estados Unidos, que llevaba años a la cabeza. Concretamente, el año pasado un promedio de 110 personas por cada 1000 tomó una dosis de benzodiacepina al día, según denuncia la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
También la propia Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) confirma un notable aumento en el uso de psicofármacos durante la última década: entre 2010 y 2021, el consumo de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes subió más de 10 puntos, pasando de 82.50 dosis diarias por 1000 habitantes en 2010 a 93.04 dosis diarias por 1000 habitantes en el último año del periodo, tal como recoge la OCU.
Una propuesta para tomar medidas en España contra el insomnio
Ante el incremento del consumo de psicofármacos y los problemas para descansar adecuadamente, en septiembre pasado el Grupo Socialista registraba una Proposición No de Ley (PNL) para un mejor abordaje de los trastornos del sueño con el objetivo de que se debata en la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados.
Concretamente, el texto presentado pide un salto de calidad en la formación de especialistas, la actualización de guías sanitarias sobre esta problemática y la promoción de hábitos saludables en todos los grupos de edad. En la exposición de motivos, los socialistas señalan que estos trastornos “precisan de un abordaje por profesionales formados específicamente”, lo que incluye a “especialistas de diferentes orígenes”.
Entre los objetivos marcados destaca equiparar la formación de los especialistas sanitarios con los avances científicos en esta materia para solucionar “el impacto en la calidad de vida que los trastornos del sueño generan en la población, redundando en mejorar la calidad asistencial, la salud de los pacientes y revirtiendo los efectos y consecuencias negativas que están teniendo sobre el Sistema Nacional de Salud (SNS)”.
Dormir bien es fundamental
El problema es más importante de lo que puede parecer, porque dormir bien es clave para la salud. Si no lo conseguimos, “se reduce la calidad de vida, aumenta el riesgo de hipertensión y, por tanto, de sufrir un accidente cerebrovascular, y se pueden agravar otras enfermedades que padezcamos”, apunta el doctor Hernando Pérez, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y del Sueño de la SEN, en un comunicado de esta sociedad médica.
“Pero, además, nuestras funciones cognitivas se ven afectadas: baja la concentración y la capacidad de atención, el tiempo de reacción aumenta, se pueden producir fallos de memoria, cambios bruscos de humor y alteraciones en el proceso de toma de decisiones, problemas de aprendizaje, etc.”.
Tras el insomnio, los trastornos del sueño más comunes son el síndrome de apneas-hipopneas (pausas en la respiración) y el de las piernas inquietas (molestias en los miembros inferiores que obligan a la persona a moverse durante el atardecer o la noche).
La temperatura, el ruido y la luz desempeñan un papel significativo a la hora de tener una buena calidad de sueño. También otros condicionantes como la comodidad de la cama, la ingesta de ciertos alimentos o bebidas, o el uso de dispositivos electrónicos antes de acostarnos. Sin embargo, el estrés derivado de las preocupaciones familiares, personales y del trabajo es la principal causa de los problemas para dormir, pues tales cavilaciones mantienen la mente en actividad constante.
Aunque muchos de estos trastornos son tratables o prevenibles, menos de un tercio de los afectados por el insomnio en España buscan ayuda profesional, según la SEN. En este sentido, tal como recuerdan desde esta institución, lo primordial es que los que los sufren o sus familiares “sean conscientes de que no se está descansando de forma adecuada y acudan a un especialista”.
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Imagen | Anthony Tran (Unsplash) | Shane (Unsplash)
