bosques fantasmas

Qué son los bosques fantasmas y por qué podrían volverse cada vez más comunes

La playa de Neskowin es un destino popular para los aficionados al surf en Estados Unidos. Abierta a las frías aguas del Pacífico, es raro el día en que las olas no inviten a subirse a la tabla. Sin embargo, cuando baja la marea, la atención se aleja del mar. Unas extrañas rocas de forma cilíndrica parecen surgir del fango. Solo que no son piedras, son troncos petrificados. Los tocones de un antiguo bosque fantasma.

En el estado de Oregón, donde se encuentra Neskowin, son habituales los bosques de pícea de Sitka. Esta conífera, que puede alcanzar los 100 metros de altura, es originaria de las montañas del Pacífico de América del Norte. Está especialmente adaptada a crecer en las costas húmedas de la región y sus bosques nunca se adentran demasiado en el continente. Por eso, no es extraño que los vestigios del bosque fantasma de Neskowin estén formados también por estos árboles.

Hace unos 2.000 años, por algún evento desconocido (aunque se cree que fue un terremoto o un tsunami), una porción de costa su hundió más de dos metros de forma repentina. Los bosques quedaron sumergidos en el agua salada y cubiertos de fango. Poco a poco fueron muriendo; y sus restos, conservados bajo tierra, ajenos al desgaste del oxígeno. Allí permanecieron hasta que en 1997 una tormenta los sacó a la luz.

Los bosques fantasmas de Estados Unidos

El bosque fantasma de Neskowin es un recuerdo de otra época más agitada, en la que la costa noroeste de Estados Unidos sufría terremotos de forma constante. Pero los movimientos tectónicos no son la única forma en la que surgen los bosques fantasmas. Además, el cambio climático podría convertirlos en algo cada vez más habitual.

restos de Neskowin

Según la Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), estas formaciones aparecen cuando por alguna razón el agua salada invade un bosque, ya sea superficialmente o a nivel subterráneo con la salinización de los suelos y acuíferos. Los árboles, que dependen del agua dulce para sobrevivir, empiezan a morir lentamente, envenenados por la sal de forma gradual. Muchos se mantienen en pie ya muertos y la descomposición también se ralentiza, dejando una estampa fantasmagórica. La memoria de un bosque que no va a volver.

La actividad tectónica es una de las causas de esta entrada de agua salada en las costas, como sucedió en Neskowin hace 2.000 años (el proceso se explica bien en este vídeo). Sin embargo, en las últimas décadas, el ascenso del nivel del mar y el cambio climático han provocado que los bosques fantasmas se extiendan cada vez más. Un problema que es más que evidente a miles de kilómetros de Oregón, en la costa este de Estados Unidos.

El cambio climático y los bosques fantasmas

Desde las playas de Carolina del Norte hasta la costa de Massachussets, pasando por Virginia, Delaware y Nueva Jersey, los bosques de litoral sufren los efectos de la salinización. El agua del Atlántico invade las tierras costeras; y lo hará cada vez con mayor frecuencia, según un estudio recién publicado del Instituto Climático de la Universidad de Rutgers y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos.

Los bosques de la costa noreste del país son bosques mixtos formados por los llamados árboles de madera dura y por árboles de hoja perenne. Conforman un hábitat complejo, refugio de plantas y animales poco comunes, sirven de almacén de carbono y son gestionados como recurso maderero. Además, los que están en primera línea son una de las barreras naturales más importantes frente al impacto de las tormentas.

bosque fantasma de Carolina del Norte

Sin embargo, la subida del nivel del mar ha puesto su supervivencia en jaque. Desde el año 1900, el nivel del mar se ha incrementado, de media, 21 centímetros en todo el mundo. Esto quiere decir que, en determinadas zonas y durante determinados eventos, la subida es mucho mayor. Por ejemplo, durante las marejadas ciclónicas, inundaciones costeras provocadas por fuertes tormentas, el nivel del mar sube varios metros (el huracán Katrina provocó un ascenso de más de ocho metros en el delta del Misisipi).

Además de los eventos puntuales, que inundan los bosques costeros de agua salada, el ascenso gradual del nivel del mar tiene otra consecuencia: la salinización progresiva de las aguas subterráneas. A medida que sube el nivel del mar, es más frecuente que el agua dulce del subsuelo se mezcle con agua salada y que esta vaya, a su vez, salinizando gradualmente el suelo.

A medida que el agua salada gana presencia en los ecosistemas costeros, las plantas y árboles que ocupaban de forma natural ese espacio van desapareciendo. Migran hacia el interior (siempre que tengan espacio), dejando a su paso bosques fantasmas y liberando el carbono secuestrado en los árboles. Su lugar lo pueden también ocupar otras plantas adaptadas a entornos salinos, como la vegetación de marisma.

Este proceso se ha intensificado en los últimos 20 años. En algunas zonas, como el parque nacional del río Alligator, en Carolina del Norte, han desaparecido ya más del 10 % de los bosques. Aunque la costa este de Estados Unidos parece ser la que más está sufriendo este efecto de la subida del nivel del mar, el proceso ha empezado a ser documentado ya en otras partes del mundo. ¿Nos espera un futuro de costas con bosques fantasmas?

 

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Imágenes | NOAA, Flickr/Rich Uchytil, Wikimedia Commons/NC Wetlands

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