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El proyecto para recuperar olores que ya no existen

Sabemos que el olfato y la mente guardan una estrecha relación y que los olores evocan recuerdos y sensaciones. El perfume de una salsa puede recordar almuerzos familiares; el de una crema solar, unas vacaciones de hace muchos años. Siempre se ha considerado el olfato como el sentido de la subjetividad por excelencia. En cambio, según un estudio publicado en la revista Current Biology, las personas de diferentes partes del mundo tienden a percibir los olores como buenos o malos de una manera bastante uniforme.

Índice

  1. Los olores del pasado
  2. Olor a estiércol, cuero viejo o caja de rapé
  3. Aroma de un popurrí de mediados del siglo XVIII
  4. El olor de la biblioteca de la Catedral de Saint Paul
  5. Odeuropa

Es decir: la cultura jugaría un papel secundario, y lo que gusta o disgusta en un olor depende principalmente de la estructura de la molécula de lo que se huele, y no de quien lo huele. En general, comentan los autores, esto demostraría que la percepción olfativa de las personas está “fuertemente ligada a principios universales”. Sin embargo, como todo, hasta los olores y su percepción sufren cambios relacionados con el paso del tiempo. Algunos se extinguen y su memoria se pierde.

Así que, para no desperdiciar esta valiosa fuente de memoria, un grupo de investigadores del campo de la química y la historia llevan más de dos años trabajando para aislar y reproducir algunos olores del pasado. En concreto, se trata de fragancias asociadas con momentos y lugares particulares de la historia europea. El proyecto se llama Odeuropa, y en él trabajan expertos en extracción sensorial que intentan proteger y difundir el patrimonio olfativo.

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Los olores del pasado

Según los científicos, los olores tienen un gran impacto en la vida diaria de todo el mundo. Sin embargo, han sido ignorados en gran medida a la hora de investigar el pasado. “Se ha establecido una jerarquía de sentidos en los estudios históricos y científicos. Nos gustaría que se difundiera un enfoque multisensorial”, dijo a The Guardian Cecilia Bembibre, profesora del University College London (UCL) de Reino Unido.

La investigadora, que acaba de publicar un trabajo titulado El olor del patrimonio cultural, asegura que “existe la idea de que el olfato es un sentido menos noble y aún menos objetivo y fiable”. Sin embargo, se ha demostrado que la parte subjetiva y social no es tan relevante como se creía. De hecho, los expertos de Odeuropa sostienen que la parte olfativa es un trozo de historia y de pasado muy relevante.

El proyecto, financiado con 2.8 millones de euros del programa Horizon de la Unión Europea, se desarrolla a través de un consorcio formado por varios institutos y universidades de Alemania, Italia, Francia, Eslovenia y Gran Bretaña. Cada uno con tareas diferentes. Por ejemplo, en Alemania se están analizando decenas de miles de imágenes relacionadas con olores, mientras que en Italia se concentran en análisis textuales, desde recetas médicas antiguas hasta manuales de cocina.

perfumes

Olor a estiércol, cuero viejo o caja de rapé

Odeuropa quiere incluir una parte olfativa en museos y sitios turísticos, como parte esencial de la memoria individual y colectiva. Para poderlo hacer se tienen que recuperar o recrear olores típicos de épocas pasadas que ahora es más complicado percibir. Gran parte del trabajo consiste en analizar digitalmente secuencias de imágenes que contienen información relativa a esos aromas. Por ejemplo, una foto de una persona tapándose la nariz.

A continuación un algoritmo se encarga de reconocer gestos similares en otras imágenes. Actualmente se está trabajando sobre olores muy presentes en determinados testimonios del pasado y que la sociedad contemporánea conoce cada vez menos. Por ejemplo, el olor del estiércol, del cuero viejo o de las cajas de rapé (tabaco molido).

Aroma de un popurrí de mediados del siglo XVIII

Se trata de un trabajo muy complejo, como explica Bembibre, porque no siempre es posible reproducir exactamente el olor que se busca, si no se cuenta con toda la información química. Las fuentes pueden ser muy diversas. La investigadora, por ejemplo, consiguió reproducir el perfume de un popurrí de mediados del siglo XVIII a partir de la detallada descripción que de él hizo Virginia Woolf en su novela Orlando.

El olor de la biblioteca de la Catedral de Saint Paul

Bembibre logró también reproducir el olor de la biblioteca de la Catedral de Saint Paul en Londres antes de que fuera completamente renovada en 2017. En ese caso contrató a un especialista en perfumes que trató de identificar los componentes de ese olor. Por un lado, aprovechando sus cualidades olfativas; por otro, utilizando un sensor capaz de registrar los compuestos químicos presentes en el aire. La unión de tecnologías avanzadas y sabiduría humana es la clave de todo el proceso.

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Odeuropa

Así, en el consorcio Odeuropa hay debate sobre qué enfoque utilizar. Si intentar reproducir de la manera más exacta posible un olor que ya no existe a partir de la información disponible o, más bien, limitarse a evocar, sin reproducir perfectamente la fragancia, una experiencia del pasado, tratando de suscitar reacciones similares. El caso es que, argumenta Bembibre, nuestra reacción ante los olores también ha cambiado radicalmente. “No tenemos un olfato histórico. Ya no percibimos los olores como en el pasado, y algunos han adquirido significados diferentes”, explica.

Un ejemplo concreto de lo que Odeuropa quiere hacer se encuentra en el museo de arte de Ulm, en Alemania. El 5 de abril de 2022 se inauguró un recorrido olfativo denominado ‘Sigue tu nariz’. La idea es construir un camino combinando ocho obras de arte del museo con aromas relacionados. Por ejemplo, el olor de la materia orgánica en descomposición está vinculado a una obra de Dieter Roth que dibuja el infierno; o, por otro lado, unas intensas notas ahumadas que se asocian a un cuadro de Jesús en el limbo, obra del pintor Martin Schaffner en el siglo XVI.

Finalmente, uno de los retos más ambiciosos de este consorcio es construir una enciclopedia de ‘olores históricos’. Actualmente están trabajando en ello en la universidad Anglia Ruskin de Cambridge (Reino Unido) con el objetivo de mostrar cómo han cambiado los olores a lo largo del tiempo, además de contar algo más sobre nosotros y las vidas pasadas.

 

Imágenes |Casey Murphy/Unsplash, freestocks/Unsplash, Battlecreek Coffee Roasters/Unsplash, Fulvio Ciccolo/Unsplash

 

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