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¿Veremos el final de la mano de obra? Preguntemos a los robots

Según el Foro Económico Mundial, “los robots cumplirán el 52% de las tareas profesionales corrientes” en 2025. Eso publicaban en el estudio ‘El Futuro del Trabajo 2018’. Quedan apenas siete años. ¿Qué haremos entonces?

¿Cómo puede ser que en un periodo tan corto los robots se encarguen de tanto? ¿Es realista esta conclusión? ¿Veremos el final de la mano de obra? Bajamos a tierra y preguntamos a los robots y expertos.

¡Los robots nos quitan los trabajos!

La automatización no es nueva. Lleva un par de siglos acompañándonos y, desde los luditas hasta los neoluditas, han surgido voces en contra. Al parecer, los robots nos quitan los trabajos. Y es cierto en buena medida. Veamos algunos trabajos muy habituales.

Conductores. Dos a cinco años es todo lo que necesita la industria del automóvil para empezar a suministrar vehículos autónomos. Google ha confirmado el pedido de 80.000 coches autónomos (ahora tiene 600). La idea es que estos vehículos recorran las calles de las ciudades recaudando dinero para sus dueños. Es un buen negocio, y Google es solo una de las marcas.

Dependiente. La startup EKIM ha presentado una pizzería 100% autónoma servida por robots. No es un caso aislado. Si un robot puede preparar una pizza y venderla, por descontado que cualquier trabajador que se dedique a dispensar objetos puede ser automatizado, o ampliado. Las farmacias robóticas no eliminan puestos laborales, pero sí agilizan la gestión.

The CNH Industrial Autonomous Tractor Concept (Full Version)The CNH Industrial Autonomous Tractor Concept (Full Version)

Agricultores. Se están haciendo muchas pruebas de campo con robots. La marca CNH lleva años tratando de construir tractores 100% autónomos (arriba, ahora lo son en baja medida). La empresa Iron Ox está construyendo en San Francisco una granja hidropónica de 750 m2 atendida por máquinas (abajo).

Todo parece indicar que hay decenas de profesiones que desaparecerán en unas décadas…

Se acerca el fin de algunos trabajos

¿Os acordáis del Robot Emilio (1997)? Aquel juguete te traía la bebida a la piscina, suponiendo que tu casa la tuviese. Iba a triunfar. Iba a comerse el mundo. Emilio iba a cambiar para siempre el mundo de la hostelería: solo tenía que crecer. Y… bueno, no lo hizo.

Han pasado dos décadas y los camareros siguen teniendo trabajo. ¿Cómo puede automatizarse una pizzería y no un camarero? La respuesta la tienen las habilidades de las que depende. Fabricar comida y repartirla es fácil. Atender a un cliente, traer sus bebidas, limpiar la mesa, servir platos, etc, no.

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Tampoco se cumplieron las predicciones de Terminator. Los robots no se han alzado contra nosotros. La lapidaria frase del Foro Económico Mundial con robots que “cumplirán el 52% de las tareas profesionales corrientes” tiene trampa. Da a entender que el 52% de nosotros perderemos nuestro trabajo.

A corto plazo, 2025, no será así. Pero sí ocurrirá en muchos países que el 52% de las tareas que realizamos a diario estarán acompañadas por un robot. Aún así, puede parecer una cifra elevada. Piensa en la automatización que ya permite el ordenador o dispositivo sobre el que lees esto. ¿No te ayuda en el día a día?

¿De verdad queremos trabajar? ¡Que lo hagan los robots!

Javier Serrano, autor del recién publicado Un mundo robot (2018) pregunta con curiosidad por qué nos resistimos a la automatización. ¿Para qué querría la humanidad seguir trabajando? Hasta la fecha, sabemos que la automatización nos han traído varios puntos clave: más salud, tecnología, tiempo de ocio, mejora del poder adquisitivo, educación

Según esta pauta, deberíamos salir corriendo a invertir en máquinas que se encarguen de nuestras tareas. Ya lo hacemos con robots aspiradores, y antes que eso con lavadoras, pero es un cambio que nos cuesta.

Al parecer, “el trabajo dignifica” y es una expresión de nuestra valía. Si trabajas eres válido. Si no trabajas, no. El motivo es que el trabajo ha estado ligado históricamente, y en toda sociedad, al estatus. ¿Qué pasa si eliminamos ese vínculo?

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La misma postura de Javier Serrano la defendía Marta García Aller en su libro El fin del mundo tal y como lo conocemos (2017). Ella propone que el salario de las personas dependa de su ciudadanía y no de su trabajo. De este modo, no importará la cantidad de desempleo tecnológico que se genere.

¿Esto es posible? Ya hablamos en su momento de la renta básica universal que algunos países se están planteando. Eventualmente, resulta bastante obvio que la mayoría de nuestros nietos vivirán ociosos, sin mucho que aportar a la fuerza bruta de trabajo, esa que se requiere para cubrir las necesidades básicas.

Mirar al futuro es muy difícil, pero hay unos patrones básicos que dibujan bastante bien la línea del horizonte. La robótica, combinada con la IA, se encargará de nuestra manutención y cuidados básicos. Puede que hasta escriba libros. ¿Veremos el final de la mano de obra? Es posible, y deberíamos alegrarnos por ello.

En Lenovo | Antes de dejar a nuestro bebé con un robot, la tecnología necesita cambiar mucho (y nosotros)

Imágenes | iStock/Ekkasit919, iStock/JIRAROJ PRADITCHAROENKUL, iStock/Sasha_Suzi

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